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Respuesta: Y El Temido lll se fue al Caribe
Y por las tardes .... ¡¡pecábamos!!.
:cunao: :cunao: :cunao: :cunao: :cunao: :cunao: :cunao: https://fotos.subefotos.com/47ad8edc...71c871a6co.jpg Salud y :brindis: |
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Un saludo |
Respuesta: Re: Respuesta: Y El Temido lll se fue al Caribe
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Ese pastelillo es uno de los muchos que vendían en las "boulangeries" de Le Bourg. Era pasar por la puerta de una y entrarme unas ganas de comprar una baguette y media docena de pasteles, que no te puedes imaginar. :cunao: Concretamente ese, es una base de hojaldre, con crema pastelera y mango. Y si, estaba igual de bueno que parece. :sip: Un abrazo. Salud y :brindis: |
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Gracias por tus relatos. Un saludo |
Respuesta: Y El Temido lll se fue al Caribe
Los días pasaban "volando". El ambiente de Le Bourg es muy agradable.
Aunque hay mucha gente, se está relajado. La mayoría de las calles son peatonales y como la isla es muy pequeña, el tráfico casi no existe. Los edificios muy cuidados, las calles limpias, pocos ruidos ... todo se junta, para hacer de Le Bourg un lugar que no dejar de visitar. Pero todo se acaba en la vida y debíamos continuar. María Galante era nuestro próximo destino. 16 millas separan el fondeadero de Le Bourg, en Los Santos, con el pequeño puerto de Grand Bourg, al SW de María Galante. Decidimos zarpar después de comer, ya que con viento en contra, la travesía la íbamos a hacer a motor. El cata no es un gran ceñidor y nuestra tripulante Piedi, no se encontraba del todo bien, así que tomamos esa decisión. Navegando a cinco nudos, en poco más de tres horas estaríamos en el punto de recalada. María Galante no es una isla muy alta y más bien redonda, por lo que no dispone de mucha costa donde fondear. Las zonas posibles donde largar el ancla, se encuentran entre Sant-Louis, al NW y el puerto al que nos dirigíamos, Grand Bourg, al SW. Aquí el turismo es prácticamente inexistente, si lo comparamos con el ajetreo de Los Santos. Su principal actividad económica es el ron y el azúcar. Como habíamos calculado, un par de horas antes de la puesta del sol, estábamos entrando en el puerto de Grand Bourg. Pero lamentablemente, los lugares donde fondear, fuera de los amarres, estaban ocupados. Así que volvimos a salir y echamos el ancla unos cien metros al norte, al amparo del dique del puerto. El sitio estaba un poco movido, pues entraba un poco de mar de fondo, pero el resguardo del viento era bueno y el barco solo daba ligeros tirones sobre la cadena, con lo que no había peligro de garreo. Nos quedamos viendo caer el sol, al tiempo que los ferris que vienen desde Pointe-a-Pitre, nos enviaban algún tren de olas. Afortunadamente, el horario de este medio de transporte entre islas, es limitado y antes de que caiga la noche, cesan en su actividad. La mañana siguiente, la dedicamos a visitar la ciudad y hacer algunas compras. Y a la vuelta, sin esperar la hora de la comida, ganamos un poco de norte, con la intención de protegernos del mar de fondo. A poco menos de milla y media, se encuentra Pointe Ballet y a continuación Anse Ballet, un buen fondeadero, donde poder largar (como así hicimos) el ancla. Aún era pronto, por lo que en vez de ponernos con el vermut y la comida, decidimos dar una vuelta con el anexo, por el amplio fondeo que se prolongaba hacia el norte. Recorrimos paralelo a la playa, unas 2'5 millas, hasta llegar a la Pointe de Folle Anse, donde un pantalán de carga, de casi doscientos metros de largo, se extendía mar adentro. A medida que nos acercábamos al mencionado pantalán, observé, con cierta alegría, que la mar cada vez se movía menos, llegando a estar como un plato en la zona norte, por lo que le comenté a Carlos, que íbamos a levar anclas y nos moveríamos hasta allí. Toda la zona es una planicie, con una sonda de entre 4 metros y el cero de la orilla. Ideal para ir acercándote con poca máquina, largar el ancla y dar atrás para que clave bien, dejando el barco en poco más de 2 metros de sonda, si lo deseas (el calado del barco es 1'10 metros). En la playa no hay ninguna edificación, ni tan siquiera un chiriguinto, por lo que pasaríamos los días que deseásemos, en plena naturaleza y con total tranquilad, ya que, de momento, estamos solos (de otras experiencias, lo habitual en este sitio, es tener dos o tres barcos más como compañía, a lo sumo). Supongo que esto se debe, a que pasado en pantalán, a una milla está el fondeo de Saint Louis, donde si se ven algunos barcos (aunque no se parece en nada, al aspecto que ofrecía Le Bourg). Pasamos unos días relajados, pero los problemas que venía arrastrando Piedi, se agravaron. La fiebre le había subido y tomamos la decisión de ir directamente a Pointe-a-Pitre, la capital, en vez de seguir la ruta hacia el este, a Petite Terre. Por suerte, la mañana de la partida, habíamos capturado un pez sapo, más otras cuatro unidades, que desconozco la especie, pero con una carne blanca de aspecto exquisito (y lo estaba). Así que ya teníamos almuerzo para el día siguiente: arroz a banda. :D Continuará .... Salud y :brindis: |
Respuesta: Y El Temido lll se fue al Caribe
Nada más desayunar, levamos ancla y pusimos rumbo NNW. A un largo,
las 20 mn que nos separaban de la entrada a la ría donde se ubica la Marina de Bas du Fort, serían un paseo para El Temido lll. Con vientos de entre 110º y 140º, el barco ofrece sus máximas prestaciones. Y en los canales entre islas, lo habitual es que soplen de 20 a 25 nudos. Ideales para hacer la mejor de las travesías. Aunque cuando te acercas a la isla, el viento, como sabemos, empiece a aflojar. En unas dos horas, nos encontrábamos a la altura de Point Canot y empezábamos a notar su influencia. El viento calmaba y la mar se aplanaba. Pero la mayor parte de la travesía "nos la habíamos quitado de en medio". Tan solo nos separaban dos millas del puerto, que aprovechamos, tras poner en marcha los motores, para ir guardando el trapo. La idea que llevábamos, era amarrar de inmediato y a continuación, Carlos y Piedi se marcharían en taxi, al hospital de Pointe-a-Pitre, que está a unos 3 ó 4 kilómetros. Marina Bas-Du-Fort es el centro neurálgico de los navegantes que pasan por Guadalupe. No tiene la envergadura de Le Marín (Martinica), pero tiene todos los servicios necesarios, para poder actualizar la embarcación y poder proseguir el viaje. Llamamos por radio y le contamos nuestra urgencia a los de la torre. De seguida, los operarios del puerto, salieron con su neumática, nos acercaron hasta nuestro punto de atraque y nos ayudaron a amarrar. En unos instantes, Carlos y Piedi estaban en marcha hacia el hospital y yo, con los papeles bajo el brazo, camino de la capitanía del puerto para que me hicieran la entrada. La marina está ubicada al sur de la Riviere Salee, aprovechando una entrada natural de la mar a tierra, cerrada por el oeste por una lengua de unos cien metros de ancho. La bocana queda orientada al NW, por lo que mira a esa especie de río, que separa Basse-Terre de Grand-Terre. Hay varias zonas de amarre, donde se agrupan los pantalanes. Todas, aprovechando los recodos naturales existentes. Es como si hubieran varios puertos, en uno mismo. Más de mil amarres, de los cuales un 80% estaban ocupados. En el complejo que forma la marina, hay infinidad de tiendas y restaurantes, muy al estilo europeo (recordemos que estamos en Francia), además de todo tipo de comercios. Incluido un supermercado (el Champion Marina), donde poder abastecerse de todo lo necesario. Como es habitual en estas latitudes, en cualquier momento del día, suele caer un chubasco, que deja 4 ó 5 litros/hora por metro cuadrado. Y aunque la mañana estaba con un sol reluciente, mientras hacía la entrada, uno de estos había descargado con intensidad. De vuelta al barco, ya había escampado (por suerte, igual de inesperados que son en su llegada, tras 20' cesan en su actividad y el sol vuelve a brillar) por lo que ni me imaginaba, lo que me iba a encontrar. Como ya sabéis, la maniobra de amarre fue rápida y el desembarco posterior también. Cosa que hizo que Carlos, se olvidara de cerrar los tambuchos de su camarote. Colchón, sábanas, almohadas.... todo chorreando. Y menos mal que se me ocurrió dar una vuelta mirando si todo en orden, porque si no, cuando hubiesen vuelto, se habrían encontrado "el cuadro", con el agravante de que a esas horas, igual ya no daba tiempo a que se secaran las cosas. El Temido parecía un tinglado de indigentes, con todos los trapos tendidos al sol. Por suerte, en poco tiempo las sábanas y las fundas de las almohadas, estaban listas. Los colchones se resistieron un poco más, pero a la tarde, cuando nuestros amigos volvieron del hospital, ya estaban de nuevo en el camarote. Por suerte, la infección de Piedi no había agravado su problema oncológico, por lo que le recetaron un tratamiento y con el paso de los días, fue mejorando. Ellos tenían pensado volver para España a mediados de Marzo, pero ante las circunstancias que se habían presentado, decidieron adelantar el retorno a primeros de mes, por lo que, decidimos quedarnos unos días en puerto, mientras Piedi se recuperaba y después, zarpar hacia Martinica, ya que ellos tenían el billete de avión desde allí a Madrid. Continuará ..... Salud y :brindis: |
Respuesta: Y El Temido lll se fue al Caribe
Vista aérea de la marina:
https://marine-project.com/wp-conten...-Du-Fort-3.jpg (Foto: Marina Project). Salud y :brindis: |
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Pasamos tres días más en la marina, mientras Piedi iba mejorando. El
tratamiento fue efectivo, le bajó la fiebre y la infección. Durante este tiempo, estuvieron haciendo gestiones para el cambio de los vuelos, hasta que definitivamente, lo confirmaron para el día dos de Marzo. Afortunadamente, la marina estaba muy concurrida y sus bares y restaurantes bastante animados. Pudimos conversar con otros navegantes o, incluso, con los propios habitantes de la isla, que solían ir por allí a tomarse una copa. Al día siguiente de la llegada, hice arroz a banda, con los peces que habíamos capturado en María Galante. Es común, que para comer este tipo de plato, se acompañe con una salsa de ajo-aceite (alioli), pero mi madre, en casa, jamás la utilizaba. Así que yo, como procuro ser un buen hijo, sigo los consejos de mi madre y no pongo alioli al arroz a banda, ni limón en la paella. :cagoento: :cunao: :cunao: :cunao: :cunao: :cunao: :cunao: Ciertamente, como comentaba mi difunta madre, si pones un buen pescado, es una lástima enmascarar su sabor, añadiendo una salsa. Algo similar ocurre con el pescado o el choco frito, que suelen acompañarlo con unas rodajas de limón. Si es un buen pescado, fresco .... ¿lo vas a estropear?. Coincidió aquella tarde, con el partido Manchester City - Barcelona. En el bar no había tanta expectación como cuando juega el PSG, por lo que pudimos ver el partido cómodamente, después de comer. Y cuando Piedi se sintió en condiciones de navegar, volvimos a soltar amarras. Navegaríamos "del tirón", desde Guadalupe hasta Martinica (Fort de France). De salida, había que poner rumbo sur, a Pointe Ronde, en el NW de Dominica, dejando a María Galante por Babor y Los Santos por estribor. Las primeras 35 mn, las haríamos atravesando el canal entre Guadalupe y Dominica, con vientos del través, de fuerza 5/6. Buen comienzo, aunque un poco movido. No era lo ideal para nuestra convaleciente amiga, pero no se podía hacer otra cosa. Una vez sobrepasado el extremo norte de Dominica, el viento amainó y la mar se serenó. Hubo que arriar velas y arrancar uno de los motores. Ahora le tocaba descansar a nuestra enferma. Dominica es una isla extensa; alargada de norte a sur, por lo que íbamos a navegar a su resguardo, a lo largo de unas 25 mn. Con la máquina contenida, haríamos unos cinco nudos, por lo que tardaríamos otras tantas horas, en rebasar el extremo sur de las isla. La noche cayó en este tramo y se veían las luces de los pueblos costeros. Al pasar ante Roseau, capital del país, pudimos denotar el olor típico de las alcantarillas, que vierten residuos al mar sin depurar. Aunque dimos dos o tres millas de resguardo, el tufillo nos alcanzaba. Y tras rebasar el extremo sur de la isla, el viento volvió a aparecer, más fresco aún que en la mañana. En la oscuridad de la noche, los golpes de las olas contra el costado del barco, pueden resultar estremecedoras. Al no escorar, el cata siempre ofrece una pared vertical, donde las olas muestran toda su furia. Ya son muchos los golpetazos que llevo oidos, por lo que soy consciente, de que eso forma parte de la propia navegación, pero hay algunos tripulantes a los que sorprende e intimida. Procuro hacerles ver que es solo una característica del barco en el que vamos y que no nos va a pasar nada. El amanecer nos sorprendió a la altura de Cap Enrage, junto al pequeño pueblo de Case-Pilote, a unas seis mn de Fort de France. En poco más de una hora, estaríamos echando el ancla. Continuará .... Salud y :brindis: |
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La mañana se presentaba con varios nubarrones, que hacía presagiar lo peor,
aunque no por ello menos habitual. Siempre que nos disponíamos a hacer una maniobra de fondeo, igual daba que fuera para largar el ancla, como para levarla, había una altísima probabilidad de que se pusiese a llover. Como si las nubes nos estuviesen acechando y en cuanto se percataban de que Carlos estaba dentro del pozo de anclas, con el mando del molinete en la mano, daban la orden de descarga. Pero como son allí los aguaceros, fuertes, con unas gotas gruesas y abundantes. La parte buena, es que a los 10'/20' minutos, amaina y puede volver a salir el sol de inmediato. A medida que avanzábamos, la costa se veía más poblada y tras doblar Pointe des Negres, viramos ligeramente a babor, poniendo rumbo este. En frente, a casi milla y media, teníamos Fort Saint Louis. Por babor, íbamos divisando la ciudad, con sus muchos y coloridos edificios. Fort de France es la capital de Martinica. Su población debe estar en torno a los 100.000 habitantes, que si bien para nuestra idea de capitales, nos pudiera parecer pequeña, para una isla de un tamaño similar al de Lanzarote, se podría decir que es más bien grande. Hasta ese momento, la mayor ciudad en la que había estado, desde que desembarcamos en el nuevo mundo. Nos fuimos adentrando el en fondeadero, sorteando primero el enorme pantalán de los típicos ferry's de crucero, que te encuentra por la mayoría de los puertos de ciudades importantes. Una vez rebasado éste, a babor se veían otros pantalanes, de menor envergadura, destinados a pequeños barcos "de línea", que conectan la ciudad, con las poblaciones del otro lado de la bahía: Lazaret, Les Trois Ilets, Arlet ... Hablando con otros navegantes, me comentaban que no les gustaba estar aquí fondeados, por la ola que dejaban estos ferry`s, en su ir y venir de un lado a otro de la bahía. Particularmente, a mi no me pareció tanto. Y además, cuando cae la tarde cesan en su actividad, por lo que durante la noche, te dejan dormir a pierna suelta. Nos adentramos al máximo, aprovechándonos de nuestro poco calado, con la idea de echar el ancla lo más cerca del castillo y da la pequeña playa que hay junto a él, como prolongación de un enorme dingómetro, que une a ésta con los pantalanes de los barcos comerciales. Así obteníamos tres ventajas: 1ª) Estar más protegidos del viento. 2ª) Cerca de la playa (para ir nadando) y del amarre de los auxiliares. Y 3ª) Lejos de los ferry's de linea, para evitar en lo posible, el efecto de su ola. Nos afectaría tan poco el viento, que las más de las veces, daríamos la popa al Fuerte de San Luis y la proa al resto de los barcos. Pues llegando al punto descrito, le dije a Carlos: "ahora que las nubes no te ven, ponte a los mandos del molinete y largamos el ancla". Pero no lo dio tiempo a llegar, nada más levantar la tapa del pozo de anclas, el agua empezó a caer, como cuando uno abre el grifo de la ducha ... ¡¡y hay buena presión!!. :cunao: :cunao: :cunao: :cunao: :cunao: Ya estábamos acostumbrados y resignados, a hacer algunas maniobras al tiempo que nos remojábamos. Por suerte, la puedes hacer en bañador, por lo que luego solo hay que secarse. Continuará ..... Salud y :brindis: |
Respuesta: Y El Temido lll se fue al Caribe
El Fodeadero, la pequeña playa de la Française, el dingómetro, los pantalanes
de los barcos de línea y el gran pantalan de los Ferry's de crucero. https://media-cdn.tripadvisor.com/me...france-bay.jpg (Foto: TripAdvisor) Salud y :brindis: |
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Un día cualquiera, donde vemos a Carlos en el pozo de anclas, presto a
largarla, momentos antes de que caiga un chaparrón. :cunao: :cunao: :cunao: :cunao: :cunao: https://fotos.subefotos.com/a38c9137...e567c3d1ao.jpg Salud y :brindis: |
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Fort de France es una ciudad bulliciosa. Su centro comercial, plagado de
comercios de todo tipo, está lleno de lugareños, que vienen a comprar desde cualquier punto de la isla. Por fortuna, el fondeadero está solo a unos metros de él, por lo que no hay que hacer grandes desplazamientos cuando bajamos a tierra. Junto a los muelles de los barcos comerciales de transportes, se encuentra la estación de autobuses, completando así la movilidad por la isla. Haces el trasbordo del autobús al barco (o viceversa), en un mismo punto. Los autobuses de línea ordinarios de Martinica (y en la mayoría de las islas del Caribe), no son lo que acostumbraos a ver en nuestras ciudades. Son furgonetas, más o menos grandes, adaptadas al transporte de pasajeros y no mercancías. Tampoco tienen unos horarios muy marcados, más bien son orientativos. Suelen esperar a que el "aforo" esté casi completo, antes de salir. Nos acercamos a tierra con la auxiliar y lo primero que me llamó la atención fue el espléndido dingómetro que tienen donde amarrar los anexos. Un frontal de 120 metros de pantalán, de madera tropical, con 6 u 8 metros de anchura. Dando al parque de La Savane, el pulmón del centro de ciudad, donde se puede ver una estatua de la emperatriz Josefina. A la izquiera, la estación de autobuses y ferry's. Y frente a ésta, junto al parque, el centro de la ciudad. Todo muy a mano. La entrada a Martinique se hace en una tienda náutica llamada Sea Services, cerca del centro de la ciudad, a continuación de la estación. Por suerte, no cobran por usar el ordenador. De paso, aprovechamos para reponer algunas de las cosas que se habían roto a lo largo de la travesía. Las calles del centro, libres de tráfico, son una estampa del colonialismo francés, flanqueadas de elegantes edificios. Las panaderías, que no podían faltar, hornean baguettes constantemente, esparciendo su aroma de manera inmisericorde, que hace que mi instinto caiga lo más bajo posible y no pueda resistirme a sus "encantos". Tiendas de todo tipo, se suceden una tras otra, con sus coloridos rótulos. Vendedores ambulantes, ofreciendo frutas frescas y dulces. Restaurantes y Cafeterías, con sus terrazas al aire libre. El Gran Mercado o Mercado de las Especies, de estructura metálica, donde encontrará cualquier cosa. O el centro comercial, en el que su ubica un supermercado, de una conocida marca francesa. Farmacias, librerías, cafés de Internet... todo lo que se puede necesitar, lo encontraremos aquí. La librería de Schoelcher y la Catedral de Saint Louis, son los monumentos más emblemáticos de la ciudad. Continuará..... Salud y :brindis: |
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Tras un par de días conociendo la ciudad, llegó la hora de partir de los amigos
Carlos y Piedi. Hasta pasados once días más, no vendría nueva tripulación, por lo que me iba a pasar una temporadita solo en el fondeo. El Temido lll no está preparado para navegar en solitario. Incluso para la maniobra de levar anclas, es preferible hacerlo entre dos (uno en el molinillo y otro a la rueda). Por este motivo, habíamos buscado un excelente lugar donde largar el ancla. Entre Fort Sant Louis y la playa de La Française. A unos 100 metros de ambos y con una sonda de unos dos metros, para pasar allí los días que faltaban hasta que llegase el relevo de la tripulación. Con la ciudad a un paso, todos los servicios estaban disponibles. Bares y restaurantes. Tiendas. El mercado. Las seductoras panaderías. El centro comercial (al más puro estilo europeo), con supermercado incluido. Las cafeterías, con su "wifi" libre. Tenía claro que no me iba a faltar de nada. Pero lo que si dudaba, era como iba a responder ante 11 días solo en el barco. Sin la compañía de los amigos. Porque en lo que se refiere a la intendencia (cocinar, limpiar, abastecerse, etc...) ya uno es mayorcito y se las apaña bien. Pero tenía la sensación, de que se me podían hacer muy largos los días. Aunque la experiencia de pasar semanas de "Rodriguez" o de hacer otros viajes en solitario (por tierra, claro), me daban cierta tranquilidad. Sin hacer ningún propósito en concreto, fue surgiendo una especie de rutina, que iba completando cada día. Ya sabemos que el hombre es un animal de costumbres. Y poco a poco, emanaron unas pautas, que iban dando sentido al quehacer cotidiano. Nadar un poco por la mañana, el desayuno, bajar a tierra, ir a la cafetería y conectarse un rato, para despachar con la familia y amigos, pasear por la ciudad, hacer una pequeña compra (para no ir muy cargado de vuelta), regresar al barco para cocinar, comer y dormir una agradable siesta. Un baño al levantarte. Un paseo por el parque o un rato en la playa, antes de que se ponga el sol. La copa al ocaso. Una peli antes de una ligera cena. Un rato de lectura para rematar el día ....... al final, me faltaba tiempo. :cunao: :cunao: :cunao: Así fueron pasando los días. De vez en cuando, rompía la rutina quedándome a comer en algún restaurante o yendo a algún pueblo vecino, aunque lo impuntual de los pequeños autobuses, no me animaban a ello en exceso. Con el paso del tiempo, cada vez me encontraba más relajado. Y así, casi de repente, llegó el momento de ir a recoger a los cuatro amigos que venían a estar más de dos semanas abordo. Al final, los días resultaron cortos. Alquilé una pequeña furgoneta el día antes, para que cupiese todo el equipaje. Y acerté de pleno, porque venían bien cargados. Antes de pasarme por el aeropuerto, me llegué a Le Marín, para saludar al cofrade iMystic, que viajaba con su cata camino de Tobago Cays, donde nos encontraríamos más adelante. El avión llegó puntual y poco después de las 21:00' el cofrade Nunki, con su señora y sus simpáticos amigos Rafael y Cecilia, hicieron acto de presencia. Una inyección de alegría invadió mi cuerpo. En un instante, pasé de la paz y el sosiego, a la dinámica vitalidad de los recién llegados, sin inmutarme. Continuara.... Salud y :brindis: |
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Aunque en el avión dan la cena a los pasajeros, como quiera que con la
diferencia horaria, un día de vuelo hacia el oeste, se alarga 4 ó 5 horas, le había preparado a los nuevos amigos, una cena, a modo de bienvenida, con, entre otras cosas, un par de platos de jamón de bellota. Y fue un acierto pleno, a tenor de la fiesta que le hicieron. A la mañana siguiente, antes de ir a entregar el coche, fuimos al supermercado e hicimos una compra tipo "confinamiento".... pero sin tanto papel higiénico. :cunao: Aprovechamos el resto del día para que visitasen la ciudad. Y por la tarde noche, dilucidamos los planes de los siguientes días. La idea era navegar hasta Unión, que forma parte de Las Granadinas de San Vicente y volver. Antes de zarpar, hubo que bajar a tierra para hacer la salida. Es algo que se repite constantemente, navegando por estas aguas, ya que los países son tan pequeños, que cambiar de isla, conlleva salir de un país y entrar en otro. Incluso cuando se pasa de Guadalupe a Martinica, aunque se siga en Francia, hay que hacer el trámite, ya que se pasa por aguas de Dominica, que es independiente. La primera "parada" la hicimos en el Grande Anse d'Arlets. Una bonita y amplia bahía, con un gran número de boyas gratuitas donde amarrar. Tenía que cambiar uno de los ánodos de la hélice del motor de babor, por lo que no fuimos muy lejos. Siete millas náuticas, separan el fondeo de Fort de France de la bahía donde amarramos; en poco más de una hora, ya estábamos dándonos un baño en sus cristalinas aguas. Antes de comer, hicimos el cambio de ánodo, que al ser bajo el agua y a pulmón, nos llevó un buen rato. A cuarenta millas al sur, nos espera al día siguiente Anse Pitons, con los míticos "Pitones de Santa Lucía" (Petit Piton y Gros Piton). La bahía es encantadora, pero poco protegida. A la altura de Soufriere, pequeñas embarcaciones de madera, salían al paso para ofrecernos distintos productos locales (fruta, verduras, pescado ...) y boya donde amarrar. Aunque les indicases que no necesitabas nada, ellos insistían tozudamente, pareciéndose aquello más a un acoso que a una técnica agresiva de ventas. Yo ya estaba advertido de las prácticas de los nativos, desde Martinica hacia el sur, pero a mi nueva tripulación, que son "un cacho de pan", los pilló por sorpresa. En estos casos, lo mejor es decir que no hablas inglés (lo que por mi parte es rigurosamente cierto) y que no necesitas nada. Sigues a tu rumbo, hasta que desistan de navegar en paralelo a ti. Hay que estar atentos, para que no se agarren a la batayola del barco. En Anse Piton, nuevamente se nos acercó una pequeña embarcación, para vendernos sus coloridas frutas y ofreciendo su ayuda para encapillar la boya. Carlos y compañía, pensaban que pagándole a aquel señor, habíamos cumplido con el propietario del campo de boyas (que es propiedad pública), pero más adelante, cuando se personaron los Rangers, en su buena lancha, con sus impecables uniformes y nos pasaron la factura, entendieron todo lo que les había estado explicando al respecto. Es práctica habitual, tanto en la parte sur de Santa Lucía, como en San Vicente y Las Granadinas, que los nativos "se busquen la vida" intentando vender productos locales (un poco más caro que en los mercados) y ayudando a amarrar a las boyas. Pero aunque te hagan ver que "son los dueños de la boya", luego vendrá la autoridad a cobrarte y tendrás que volver a pasar por caja. La siguiente parada sería en Bequia, la primera isla de las Granadinas. Allí haríamos la entrada, saltándonos San Vicente, ya que es, bajo mi punto de vista, el lugar menos seguro de todas las Antillas Menores. Y aunque Bequia pertenezca a San Vicente, al ser una isla muy pequeña, la delincuencia está más controlada, de ahí que en el fondeo de Admiralty Bay, se agolpen infinidad de veleros, contrastando con las poco frecuentadas calas de la isla principal. Admiralty Bay, de aguas cristalinas, tiene un área de casi un kilómetro cuadrado, lo que puede hacer que estés fondeado a casi media milla del muelle de desembarco. Ahí es donde se agradece, tener un anexo semi-rígido, con un motor de 8 ó 10 cv que lo haga planear, aunque solo sea con dos a bordo. A pesar de que la ciudad no es muy grande, será la mayor que veamos en todas las Granadinas. Y la más surtida. Aunque llevábamos la despensa llena, nunca viene mal incorporar algunos víveres más, sobre todo en esta zona, en la que no se sabe que se va a encontrar la siguiente vez que vayas al mercado, por lo que Rafael y las señoras, se fueron de compras, al tiempo que Carlos (Nunki) y yo hacíamos la entrada al país y pasábamos por el banco a cambiar euros por moneda local (EC$ o Dólar del Caribe Oriental). Es bueno llevar efectivo del país, porque si pagas con dólares o euros, el cambio que te van a aplicar los comerciantes, siempre será peor que el de la entidad financiera. Ellos suelen decirte el precio no en su moneda, sino en la tuya, porque aunque el importe sea mayor que si le pagas con EC$, por el abuso en el redondeo, a ti te parecerá un buen precio, ya que el país no es caro. Siguiendo con el deambular por estas islas, dos días después zarpamos rumbo a Mustique, una isla propiedad de una empresa con su mismo nombre y que representa a los propietarios de los inmuebles de la isla. Pequeñas carreteras, muy bien asfaltadas, sirven de conexión entre las distintas villas de las isla, el muelle del ferry, la pista de aterrizaje y El hotel Cotton House, con un alto nivel de servicio, similar al de sus precios. Britannia Bay es el lugar de fondeo, que está regulado con boyas. Las administra la empresa Mustique y es a quien hay que abonarle unos 200 EC$ por noche (70€). Nada más llegar, uno empieza a ver que aquello es otra cosa. Un lugar privado, en el que los propietarios solo dejan que te asomes si pasas por caja, ya que mientras queden boyas libres, no se puede largar el ancla. Junto al muelle del ferry, se encuentra el Basil's Bar, un atractivo local, donde se celebran diversos eventos. La isla se encuentra unas 10 millas al este que el resto de las Granadinas, por lo que llegar a esta ella, supone hacer una remontada, teniendo que ceñir un buen rato, desde que se dobla Pigeon Island, un islote al sur del extremo oeste de Bequia. La siguiente isla es Canouan, que forma una enorme bahía, Charlestown Bay, y más concretamente, su parte central, Grand Bay, es el único fondeo viable de la isla. Manolo (iMystic), no me recomendó la isla, porque, según él, las aguas de la bahía no eran lo cristalinas que en otros lugares, por lo que decidimos continuar hacia Mayreau y Los Cayos de Tobago. Mayreau tiene tres zonas donde poder fondear. Al norte, Carnash Bay; un pequeño enclave, pero muy concurrido. La zona de boyas está bien resguardada, no así la zona de anclaje. En el centro, la menos frecuentada, Twassante Bay. Y Saline Bay, al SW, que es el anclaje principal de Mayreau y donde echamos el ancla, para pasar la noche. Una pequeña población, en la ladera de una colina, flanquea la subida hasta la iglesia, desde donde hay una inmejorable vista de los cayos. Antes de entrar a Los Cayos, iríamos a Clifton, en Unión Island, la segunda isla en importancia de Las Granadinas que pertenecen a San Vicente. Para pasar cogimos una boya, por la que pagamos a la persona encargada. Dedicamos la mañana a visitar la ciudad y a intentar comprar algo de lo que escaseábamos. Pero en estos lares, a veces es complicado conseguir avituallarse. A la vuelta, vimos que El Temido lll se encontraba abarloado a un gran catamarán y que nos habían soltado de la boya. Me dirigí a las oficinas de quien gestionaba las boyas y me dijo que la persona que me había cobrado, no era de la empresa. Cosa que no era del todo cierta, pues yo lo había visto allí mismo, en el despacho de quien me estaba atendiendo. Se lo expliqué lo mejor que pude y le dije que o me devolvían el dinero, o me daban otra boya. Y que no me marcharía hasta que se solucionase el tema, previa llamada a la policía. Como quiera que en el pequeño puerto, también había varios restaurantes, nos quedamos a comer en uno de ellos (la compra no había sido efectiva y decimos reservar los víveres, para los próximos días en Los Cayos). Antes de los postres, se nos acercó a la mesa un empleado del puerto, comunicándonos que el incidente estaba resuelto. Si nos hubiésemos achantado, habríamos perdido el dinero. Tampoco era cuestión de ponerse bravo; simplemente mantener la calma y los buenos modales, pero siendo inflexibles. Tras un día en Clifton, zarpamos hacia Los Cayos, para entrar por la parte sur, que la veía más segura. Aunque el agua se ve muy somera y salpicada por infinidad de arrecifes, la cartografía es buena y el GPS te ubica bien, por lo que, sin dejar ni un momento la observación directa, nos dispusimos a adentrarnos en aquel laberinto, en busca del fondeo que me había indicado Manolo (iMystic) que me estaría esperando. Y tenía que encontrarlo, ya que había comprado las langostas, para hacerlas con arroz. :cunao: :cunao: :cunao: Entramos por la amplia boca sur, pasando luego entre los islotes Jamesby y Petit Bateau, para, por último, dirigirnos a la isla Baradal, fondeando en su extremo SW. El lugar es precioso, pero no está totalmente protegido y la mar pasa por encima de los arrecifes, con lo que el oleaje, de entre 20 y 40 centímetros, es constante. Como se trata de un parque natural marítimo, las autoridades cobran un canon por noche que pases allí. Todos los días pasa la policía encargada de ello, con su lancha oficial, cobrándote la cuota correspondiente. También pasan embarcaciones, ofreciéndote pan, verduras, frutas, etc... Te puedes abastecer de lo esencial, sin salir del fondeo, pero, evidentemente, a un precio más elevado. Manolo se presentó con dos langostas enormes, de más de 2 kg cada una. Quedamos en que un día haría una con arroz y al otro, haría una fidegüá. Muchos de los navegantes, como entretenimiento, se dedicaban a hacer kitesurf en las zonas que dejan libres los boyas veleros. Sin lugar a duda, Los Cayos de Tobago es un lugar a visitar, por todos los navegantes que pasen por el Caribe. Continuará ..... Salud y :brindis: |
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En Pitons Bay. Al fondo Petit Piton. Rafael, un servidor y Carlos (Nunki).
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Preparando en ánodo, antes de la inmersión, en Grande Anse d'Arlet.
https://serving.photos.photobox.com/...7f31597f59.jpg Salud y :brindis: |
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La fidegüá del segundo día, no se le olvidaría tan fácilmente al amigo Pablo,
el tripulante del iMystic. Un chico noble, estudiante de arquitectura, al que le quedaba poco para acabar los estudios y tener que trabajar. Tras dos noches en los Cayos, iniciamos el retorno. La primera parada, la haríamos cerca, en la misma isla de Mayreau, que cierra el parque por el oeste. Y donde fondeamos al llegar, pero esta vez nos iríamos al norte, a Carnash Bay. Un pequeño rincón, donde los puntos más resguardados, están ocupados por boyas. Y todas las boyas estaban cogidas, por lo que largamos el ancla en el punto más al norte posible, frente a un pequeño istmo, que une la isla principal, con una minúscula península, que nos protegería de los vientos del NE. El lugar estaba muy concurrido; la mayoría de las embarcaciones, pertenecían a flotas de chárter y sus tripulaciones eran, claramente, jóvenes con ganas de fiesta, pero poco avezados en el manejo de embarcaciones. Por suerte, algunos llevaban patrón, por lo que te podías preocupar menos por esos. Ha sido el punto, donde más se me ha parecido el Caribe al Mediterráneo. La música y la gente tomando copas en los chiringuitos de la playa, me recordaba a algunas tardes en Formentera o Ibiza. Pero al menos, sin tanta aglomeración y sin tanto estruendo. A la mañana siguiente, zarparíamos rumbo a Bequia y su Admiralty Bay, donde se encuentra Port Elizabeth y las oficinas donde hacer la salida del país. La siguiente navegación, un día después, nos llevaría hasta Chateaubelair Bay, unas 20 mn al norte, en la propia isla de San Vicente. Una enorme y solitaria bahía, en lo que a navegantes se refiere. Las blancas casas del pequeño pueblo de pescadores que hay al fondo, se destacan entre la profusa vegetación que lo rodea. A medida que nos acercamos, nos visitan los lugareños, en sus barcas de madera, ofreciendo distintos productos y ofreciéndose para ayudarnos a fondear. La zona que hay frente al pueblo, no resulta del agrado de todos los que vamos a bordo, por lo que decidimos largar el ancla, en la parte NE, donde ya había otros dos veleros. Juntos, pero no revueltos, porque hablamos de un cuarto de milla para repartirnos. Las típicas audiencias de los lugareños, no se hicieron esperar. Les dije a mis amigos, te guardasen todos los objetos de valor que llevasen, con la idea de que no los vieran los visitantes. Puede parecer desconfiado ... y si, lo soy. Estábamos en la isla con más incidencias, de todas las Antillas Menores y toda prudencia es poca. No va a ser la primera vez, que alguien vea objetos de valor en un barco, se lo comente a otros (inocentemente o de manera organizada) y estos terminen perpetrando un asalto al barco, con la intención de robar. Si no ven ordenadores, tablets, teléfonos móvil, joyas, cámaras de foto... incluso la electrónica del barco, mejor. Sin incidentes reseñables en el resto día, excepto que Cecilia se animó a cortarme el pelo, nos dispusimos para zarpar al amanecer. La travesía de este día, nos llevaría hasta Rodney Bay, al norte de Santa Lucía, punto de recalada que compite con Le Marin, entre los navegantes transoceánicos, que eligen como punto de arribada, la zona central antillana. Aunque tras la visita, tengo que reconocer que Le Marin, está muy por delante de Rodney Bay, al menos en lo referente a número de embarcaciones. Tanto fondeadas, como amarradas a puerto. También lo está en cuestión de suministros. Ya sean víveres, ya sean piezas de repuesto. Por contra, la ventaja de Rodney Bay, la lleva en la mano de obra de los profesiones náuticos. Primero por su disponibilidad: se encuentra más fácilmente que en Le Marin. Y también por su precio más económico. Más ajustado a nuestra economía. Los precios en Le Marin, son franceses de ultramar, mayores que en España. Y la última de las travesías con estos amigos, nos devolvería al Fort de France, donde hacer la entrada nuevamente a Martinica, esperar el regreso de Urtzi y despedir al otro Carlos (Nunki), Rafael y sus señoras. Continuará ...... Salud y :brindis: |
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La bahía de Fort de France, nos recibió con un aguacero, en el que los vientos,
pasaron súbitamente, de 15 a 30 nk, por lo que tuvimos que estar muy rápidos, para reducir trapo. Pero, como ya he narrado alguna otra vez, igual que llegan, se marchan. Una fuerte descarga de unos diez minutos y vuelta a la paz. El sol luce de nuevo y el viento amaina. El Fuerte de San Luis, erguido sobre el acantilado, nos esperaba inalterable. Sus altas murallas, nos volverían a servir de refugio de los vientos dominantes. Supongo que alguna vez, habéis llevado a bordo a alguna de esas personas, que son muy apañadas con las reparaciones. Esas que "si no se rompe nada, se aburren, ya que no hay nada con lo que entretenerse arreglándolo". Pues este era el caso de Rafael. Quitando el ánodo que tuvimos que cambiar, nada de reseñar nos había ocurrido. Y estaba deseando de llegar a Fort de France, para desmontar la bomba de refrigeración del motor de babor, ya que había observado que muy de vez en cuando, tiraba una gotita de agua. Tan solo se trataba de cambiarle el retén, cosa que pensaba hacer tras su partida. Pero no hubo manera de parar a Rafael. Nada más llegar, se "tiró de cabeza" a la cámara del motor. :cunao: :cunao: :cunao: A la tarde siguiente, llegó Urtzi, con energías renovada. Casi un mes había estado en casa y tenía ganas acumuladas de volver a navegar. Tras despedir a Nunki y compañía, con muchas rondas de mojitos por medio, pusimos rumbo a Le Marin, "La Meca" de las recaladas del nuevo mundo. Poco más de 20 mn nos separan. Salir de la bahía e ir dejando la costa por babor, hasta llegar a la altura de Pointe de Diamant, es un tramo fácil de navegar, pero una vez que la doblas y pasas entre ella y Rocher du Diamant, un islote que hay una milla al sur, se toma rumbo este, por lo que te das de frente con todo el viento y toda la mar. Afortunadamente, solo son siete mn. Durante la travesía, a la altura del Anse de Trois Rivieres, una voz femenina suena en la radio, llamando mi atención. "Cocúa, Cocúa, Cocúa, me recibes". No era habitual oír a nadie hablar en español. Y menos por la VHF. Dejé que continuase con la llamada, a la espera de que contestase el tal "Cocúa". Tras un par de intentos más, volvió el silencio. Y El Temido lll, impasible, mantenía su derrota. Un tiempo después, cuando avistábamos Santa Ana por nuestra amura de estribor, la voz resonó de nuevo: "Cocúa, Cocúa, Cocúa,... me recibes". Tras el segundo intento y a la vista de que el tal "Cocúa", ni estaba, ni se le esperaba, levanté el micrófono de mi radio y espeté: ¿Quien llama al Cocúa?. Se trataba de Maribel Arévalo, la esposa de Julio Coscolla, armadores del Cibeles. Aunque personalmente no les conocía, ya tenía noticias de ellos, a través del común amigo Kaia, con los que se había encontrado años atrás, en las islas de sotavento. Estaban en Le Marin, preparándose para volver a España, tras muchos años (desde 1986 aproximadamente) que llevaban navegando por el mundo. En esos momentos esperaban de la llegada de José María Ripoll (Cocúa), que venía desde Argentina, también de regreso a casa. Continuará ...... Salud y :brindis: |
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Dar con el Cibeles en el enorme fondeadero de Le Marin, poblado por miles de
barcos, fue sencillo. Las indicaciones de Maribel, precisas, nos llevaron a sus inmediaciones y la imponente figura del barco, un Petite Prince en acero, de 13 metros de eslora, pintado de azul, que ya conocíamos por haber visto alguna foto, lo terminó por delatar. A media tarde, apareció el Archibald, con su patrón y único tripulante a bordo: José María Ripoll "Cocúa". Ambos tenían la intención de atravesar el Atlántico, de vuelta a casa, en cuanto las condiciones lo permitiesen. Pero estábamos a finales de Marzo y aún se puede considerar pronto para ello. Lo usual, es que los veleros empiecen la vuelta en Mayo, incluso los hay que ya a finales de abril, se aventuran. Y también, los que esperan a primeros de Junio. De todas formas, la travesía de vuelta dispone de un espacio de tiempo más reducido que la ida. Si la haces demasiado pronto, las borrascas invernales que se generan en Terranova, pueden amargarte el viaje. Si lo pospones mucho, en Junio comienza la temporada de huracanes y te puede alcanzar alguno, si cuando toman la "recurva", su trayectoria se desvía hacia levante y se cruza en tu camino. Poco probable, pero no imposible. Cocúa iba a salir pronto, pero tenía clara su estrategia. Ante el aviso de la llegada de una borrasca, ganaría sur, para acercarse al anticiclón y así dejar pasar el frente. Por suerte, en la actualidad disponemos de una información meteorológica fiable y accesible en alta mar. Evidentemente se tarda más tiempo, pero si no hay prisa, tampoco es un gran inconveniente. Por contra, a los amigos Julio y Maribel, se le complicarían las cosas, tanto en lo personal (un problemilla de salud hizo venir a España a Maribel), como en la intendencia del barco (las típicas reparaciones que se complican más de la cuenta), por lo que tuvieron que posponer el regreso al año siguiente. El Temido lll permanecería en Le Marín hasta el 6 de Abril, que vendrían a visitarnos un par de amigos, a navegar una semana con nosotros. Aprovechamos para avituallarnos tanto de víveres, como de bebidas (cajas y cajas de cervezas, pues los visitantes, eran buenos "soplando"), como de todo tipo de enseres necesarios a bordo, ya que esa ciudad, es el mejor punto de toda Martinica donde encontrar cualquier cosa y al mejor precio. Al fondo del Cul de Sac de Le Marin, en el punto más al este, se encuentran dos enormes puertos deportivos, con cientos de amarres, que sirven de base a numerosas empresas de alquiler de barcos. Mayormente catamaranes. Si aquí, en nuestras costas, los catas son algo minoritario, en el Caribe y sobre todo, en los lugares más pintorescos, la afluencia de los multicascos, es muy igualada, incluso a veces mayor, que la de los monocascos. Allí El Temido lll dejaba de ser una novedad, para convertirse en uno más. Buenos bares y restaurante, a la vez que caros, se distribuyen por las marinas y sus alrededores. Así como variadas tiendas de todo tipo, especialmente de suministros para la náutica. También supermercados, con un amarre para los anexos, junto a los puntos donde se dejan los carros, te permiten hacer las compras de manera cómoda. La gasolinera estaba justo entre los dos puertos. Y la bombonas de gas se podían comprar a pocos metros de allí. Lo que no se encontrase en el mismo puerto, se encontraba en los aledaños y cerca de un punto donde aproximar la auxiliar, para subir la carga y llevarla por mar hasta el barco. Todo muy pensado para negociar con los navegantes. Durante lo días que estuvimos fondeados junto al Cibeles y el Archibald, también anclaron cerca nosotra, una familia portuguesa, que navegaba en su catamarán de 38', con un par de niños. O una espléndida goleta, de unos 19 metros de eslora, llamada Fidelity Doblón, patroneado por Pedro, al que acompañaban su novia y Jorge. Mojitos en el Mango Bay y reuniones a bordo, nos servían para pasar el rato y contarnos todo tipo de aventuras y desventuras surgidas a lo largo de nuestras vidas. Lo que se suele conocer por "contar batallitas". Como ejemplo, Julio comentó que José María "Cocúa", había hundido dos barcos. Y éste, como el que no quiere la cosa, dijo: "es verdad, pero me estoy quitando". :cunao: :cunao: :cunao: Otro dato de interés, aunque no tiene relación con lo ocurrido allí en aquellos días, si lo es por lo relevante del caso. El Fidelity Doblón, también estaba en transito para volver a España. Cosa que, para su desgracia, acabó haciendo. Pero tras atravesar el Atlántico de vuelta y pasar por Gibraltar, a la altura de La Villa Joiosa, fue alcanzado por el Clara Campoamor, con daños graves. Tantos, que obligó a su dueño a cambiar de barco. Continuará ..... Salud y :brindis: |
Respuesta: Y El Temido lll se fue al Caribe
Comiendo un arroz. De izquierda a derecha: Jorge (tripulante del Archibalb,
que llegó en aquellos días, para acompañar a Cocúa en la vuelta), Julio (tras el poste), de pie, Cocúa, sentados Maribel, un servidor y Urtzi. https://fotos.subefotos.com/f5d7059e...0d87ac3cbo.jpg Reunión vespertina (apuraron todo el ron :cunao:). Sentados en primera linea: Carlos (Urtzi), Cocúa, yo y Jorge (el tripulante del Archibald). Atrás: Jorge (el compañero de Pedro, del Fidelity), Pedro y su novia, Maribel y Julio. https://fotos.subefotos.com/52102f1f...a666052a0o.jpg Imagen de archivo del Cibeles: http://adan.org.ar/web/images/storie...tes/cib.10.jpg El Fidelity, tras la envestida del Clara Campoamor (fotos La Marina Plaza): https://lamarinaplaza.b-cdn.net/wp-c...3-1024x768.jpg https://lamarinaplaza.b-cdn.net/wp-c...06/Velero4.jpg Salud y :brindis: |
Re: Y El Temido lll se fue al Caribe
Puntuales, el cofrade Doblejota y su amigo Ramón se presentaron en el Mango
Bay, con sus enormes maletas (que manía de traer tanto equipaje, cuando luego lo único que utilizas es el bañador, un par de pantalones cortos y algunas camisetas), dispuestos a navegar unos días. Celebramos la llegada, con unos mojitos y nos fuimos al barco, donde teníamos prevista una buena cena. A la mañana siguiente, tras despedirnos de los compañeros del Cibeles y del Archibald, zarpamos para hacer una turné por Martinica. Nuestro primer destino, tras dar unos bordos entre Pointe Borgnesse y Pointe Dunkerque, fue la playa de Santa Ana. El fondeadero es muy amplio y está bien protegido de los alisios, por lo que es habitual verlo lleno de barcos. De blanca arena, sus cristalinas aguas invitaban al baño. Largamos el ancla en la zona norte, entre el campo de fútbol y una especie de campamento. A menos de media milla, teníamos el embarcadero para los dinguis, justo en el centro de la alegre ciudad, repleta de bares donde poder tomar algo, tras un paseo. Pasamos los días de un fondeo en otro, visitando muchos de los pintorescos pueblos de la costa de sotavento: El Petit Anse d'Arlets, Sant Pierre, Le Carbet, Le Lazaret, Les Trois Ilets .... La noche que despedimos a JJ y Ramón, la pasamos, otra vez, a los pies de Fort Saint Louis, para hacer la documentación de salida por la mañana. Tras haber completado las provisiones del cata, nada más que nuestros amigos tomaron el taxi con dirección al aeropuerto, Urtzi y yo levamos ancla y pusimos rumbo a Venezuela. Un amarre en la Marina Bahía redonda, de Puerto La Cruz, nos estaba esperando. Una travesía de algo más de trescientas cincuenta mn, ya que no haríamos rumbo directo al punto de recalada, sino que pusimos rumbo SW, a un waypoint unas 20 millas al sur de la Blanquilla, para darle un resguardo de otras tantas millas a Isla Margarita, ya que las noticias que manejábamos, la consideraban potencialmente peligrosa. El viento de aleta nos llevó en volandas. Las guardias la partimos en dos: Carlos hacía la primera y a partir de las tres de la madrugada, se producía el relevo y era yo quien me hacía cargo del barco hasta por la mañana. Cuando olía el café recién hecho, se levantaba. :cunao: :cunao: :cunao: Al paso por el sur de la Blanquilla, mientras rebasábamos Margarita, apagamos el AIS, con la intención de no ser detectados por eventuales "piratas". Esto nos llevó a tener que extremar la vigilancia durante unas horas, pero era preferible a tener una visita no deseada. Continuará ..... Salud y :brindis: |
Re: Y El Temido lll se fue al Caribe
Al caer la tarde del segundo día, nos quedaban unas 60 mn para llegar a
puerto, por lo que regulamos el velamen, para recalar a media mañana, antes de pasar entre Chimana y la Borracha, islas que flanquean la bahía de Puerto La Cruz, unas cinco millas al norte. Los operarios de la marina, ya estaban al tanto y sabían de nuestra arribada. Un amarre esperaba a El Temido lll, justo al lado de donde, cuatro años antes, se había recostado el Bahía Las Islas. Unas frías birras, obran milagro entre la simpática y amable marinería. Con el barco bien amarrado, fuimos a visitar al amigo José Brotons, la persona que nos había conseguido el amarre y que se encargaría del resto de gestiones a realizar. Desde la entrada al país, como el consiguiente permiso para ir a los Roques o las posteriores renovaciones de la estadía del barco en Venezuela, mientras pasábamos la temporada de huracanes en España. En Venezuela, al igual que en la mayoría de países de este lado del Atlántico, es bueno tener alguien de confianza, para que te gestione la mayoría de los asuntos. Por ese motivo, nos habíamos puesto en contacto con Brotons desde Martinica, para que nos los llevara. Desde reservarte el amarre, pasando por gestionar cualquier documento (dentro de la enrevesada administración local), solicitar zarpes ... y, muy importante, cambiar euros por bolívares. Lo que haga falta. En los días posteriores, mientras nos llegaba el documento de salida para ir a los Roques (no fuimos directamente a Los Roques, porque, en principio, allí no se podía hacer la entrada al país; también porque queríamos tener el amarre asegurado, pues en Abril suelen bajar de las Antillas Menores, los navegantes para pasar la época de huracanes), lo pasamos en compañía de varios españoles, un francés, un argentino, algunos venezolanos, etc... que residían en la marina o pasaban allí la mayor parte de la jornada. Así conocimos a Alberto, que navegaba en un clásico de 35'. había tardado 40 días desde Cabo Verde hasta Venezuela, en las misma fechas que nosotros cruzamos a San Martin. Pero él había llegado a allí y no se había movido. También a Víctor, del Va-Lent, cofrade de esta taberna, con su Oceanis 42, a la espera no se sabe muy bien de que. Y su tripulante, paisano mío, Julián. A Fabián, un argentino que residía en uno de los barcos. Y a una pareja formada por un francés y una chica española, que tenían el barco en Margarita, pero ante la mala situación de la isla, se habían trasladado a Puerto La Cruz. Tras unos días de insistencia con el papeleo, José nos consiguió el zarpe. Se presentó sobre las dos de la tarde. Y aquí, en cuanto te llega la notificación te tienes que marchar. Así que sin dilación, soltamos amarras y pusimos rumbo al archipiélago de Los Roques, a 160 nm en dirección NW. Tras salir de la bahía, con las velas desplegadas, comenzamos la cabalgada de cara a la noche, con la pretensión de llegar a primera hora del día, para que nos diese tiempo a hacer todos los farragosos trámites que conlleva la entrada al Parque Nacional. Un buen viento de aleta, nos empujaba incansable, haciendo que la velocidad del barco no bajara de los 9 nudos. Atentos toda la noche, fuimos avanzando y al alba, se presentía nuestro destino. Poco después de desayunar, ya bordeábamos Cayo Francisquí, para luego enfilar el Gran Roque, la única isla poblada del archipiélago. Continuará .... Salud y :brindis: |
Re: Y El Temido lll se fue al Caribe
El Parque Nacional de Los Roques, con una extensión marítimo-terrestre de
más de 1500 Km2, está compuesto por decenas de islas y cayos coralinos. Dos barreras de arrecife, lo protegen por el este (13 mn) y por el sur (17 mn). La zona sur, la ocupa una enorme laguna de aguas poco profundas (no navegable) y por el norte del parque, se diseminan el resto de islas. La principal es El Gran Roque, que recibe el nombre por la altura de sus montes y no por su extensión. Es la silueta que se divisa cuando te aproximas al archipiélago. Única isla poblada y allí se encuentran todas las autoridades. Desde aduanas, la policía, el ejercito y los guardas del parque. Podéis ir haciéndoos una idea, de todos los trámites que hay que completar. Al noreste del Gran Roque, está Cayo Francisquí. Y sureste Madrisqui. Ambos a poco más de media milla, por lo que suelen ser muy frecuentados por los turistas que se hospedan en Gran Roque. A medida que ganemos oeste y nos adentremos en el parque, nos toparemos con Noronky, un cayo alargado, rodeado de tres islotes y con una buena laguna interior donde fondear. Al sur está Crasqui, otro alargado cayo, que se extiende esta vez de norte a sur, ofreciendo un amplio y protegido fondeo. Al aproximarse, la sonda marcará menos de 5 metros, a más de medio kilómetro de la orilla y muy poco a poco la profundidad disminuye, lo que permite, dependiendo del calado de cada uno, aproximarse tanto como se desee o pueda a la orilla. Y a continuación, se encuentra Agustín, una isla con un refugio de pescadores y muy protegida para un eventual temporal. Al oeste de Crasqui, está Espenqui, que se extiende de este a oeste. Y tiene como continuación a Sarqui, que ofrece un bonito fondeo en la zona de sotavento. En la esquina NW de la gran laguna, Carenero remata el rosario de islas. Con una forma parecida a una llave pico-pato de los fontaneros, en la parte este, como envuelto por las dos pinzas, se enclava un fondeo de bastante éxito, sobre todo entre los autóctonos del país, llegados mayormente de Caracas. En la otra esquina, la SW, Dos Mosquises nos ofrece otro fondeo seguro. Y por el oeste, Cayo Agua, con sus cuatro islotes y su laguna central, cierra el parque. A pesar de las múltiples visitas que tendríamos que hacer esa mañana, resolvimos los trámites con más celeridad de la que preveíamos. Al primer punto que teníamos que dirigimos, siguiendo las indicaciones de José Brotons, me dio la impresión que eran militares. Tras tomar nota de nuestros datos y comprobar la documentación, el jefe del puesto, creo que tenía el rango de teniente, nos acompañó por el resto de dependencias a las que teníamos que ir, especialmente a la de los guardas del parque. Solo nos quedó pagar en el banco las tasas, ya que a medio día, el banco cierra y hubo que esperar a la tarde que abriese. Con todo resuelto, ya solo nos quedaba movernos de isla en isla durante los siguientes 15 días (máximo permiso que conceden). Si se desea continuar en el Parque, hay que solicitar una prórroga y volver a pagar las tasas. El pequeño pueblo que hay en Gran Roque, no debe tener mucho más de 1000 residentes. Aunque la población puede llegar a doblarse, por la afluencia de turistas, ya que, aunque no hay grandes hoteles, si proliferan decenas de "posadas", donde poder alojarse. Los lugareños son amigables. El nivel de vida, aunque humilde, es más alto que en el resto del país. El turismo da ocupación a pescadores, a los taxis acuáticos, a los restaurantes y bares, a las posadas, a las tiendas, etc... Se ve que todos tienen ingresos suficientes. Al ser un sitio pequeño y alejado del continente, la sensación de seguridad es total. Cuando bajaba al pueblo, para hacer compras, aprovechaba para jugar alguna partida de dominó con los vecinos. Nada más ver que estabas observando, frente a sus terraza, como jugaban, te ofrecían que pasases y te sentases con ellos a jugar una partida. Y cuando te veían al día siguiente, te preguntaban si habías ganado o perdido. ¡¡Tan cotillas como nosotros!!. :cunao: Los días se suceden en este paraíso, más rápido de lo que uno desearía. Sus aguas cristalinas invitan al buceo, donde la abundancia y variedad de especies, te hacen perder la noción del tiempo y solo tus dedos arrugados, te indican que es hora de salir del agua. Si la entrada la hicimos por el NE, para marcharnos, lo haríamos por el SE, bajando desde el Gran Roque, por una especie de canal existente entre dos barreras de coral, que te lleva hasta la Boca de Sebastopol. Allí, en aquel alejado confín, se hace noche por última vez en el Parque, antes de zarpar de vuelta hacia Puerto La Cruz. Continuará .... Salud y :brindis: |
Re: Y El Temido lll se fue al Caribe
Muchas gracias Temido por este hilo, he aprovechado estos días para leerlo de cabo a rabo y me gusta mucho. Por cierto estoy leyendo el primer libro de Cocua y le acabo de poner cara:cunao::cunao:.
Gracias de nuevo, saludos |
Re: Y El Temido lll se fue al Caribe
Me alegro de que te guste el hilo, Tomás. Tan solo espero que sirva a algunos
(cuantos más, mejor), para distraerse un rato. :velero: :velero: :velero: :gracias: a tod@s por leerlo. Salud y :brindis: |
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