La Taberna del Puerto - Aventuras y desventuras de un patrón principiante II

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Aventuras y desventuras de un patrón principiante II

Dada la aceptación de la primera parte, aquí estoy de nuevo con las aventuras del último fin de semana. En esta ocasión ha sido todo mas facil ya que tuvimos menos viento. Sírvanse vuestras mercedes acompañar esta lectura con las bebidas que mas les plazca, esta ronda es mía. :brindis: :borracho: :borracho2:

Segundo charter del verano:

Puerto: Club Nautico Campomanes (tambien conocido como Marina Greenwich, ya que está ubicado sobre el meridiano del mismo nombre). Altea.
Velero: “Brio” Bavaria 38, del año ¿2005? Otro sueño para un LSB.
Tripulación: Mi hermano (PNB con cuatro dias de barco mal contados), mi cuñada (poco aficionada a la navegación), mi sobrina de 9 años (la niña de mis ojos y un terremoto a bordo, como corresponde a una niña de su edad) y yo.

Viernes:

Por diversas circunstancias recogemos el barco bastante tarde, por lo que apenas nos da tiempo a cenar y pronto a dormir para empezar el sábado con energía. Mi sobrina casi se duerme en la silla del restaurante…

Sábado:

Desayunamos disfrutando de la fresca mañana y observando la ausencia de viento. El día es estupendo. Un inmenso cielo azul invita a salir a navegar y disfrutar de este mediterráneo que nos baña.

Salimos a media mañana. La maniobra para salir no vale la pena ni que la mencione después del aprendizaje de la semana pasada esta, está chupada. Este barco siempre amarra de proa y ademas está en el canal de entrada al puerto, apenas a unos cien metros de la bocana en línea recta. No se me ocurre amarrar de popa porque los barcos aquí, están tan apretados, que cuando lo sacas tienes que atracar con calzador, o sea, metiendo la proa y haciendote sitio.:sip: :sip:

Izamos mayor y génova. Los cinco nudos iniciales van subiendo a ocho, diez, y se establecen sin pasar de ahí. Es el día perfecto para nosotros. Un buen día para hacer que la familia se aficione a navegar y para que mi hermano, que apenas puede navegar durante el año, practique al gobierno del barco y disfrute a bordo.

Navegamos hacia el sur, a un descuartelar, hasta doblar la Punta del Albir rumbo a Benidorm. Poco después de pasarla, cuando ya vemos el islote de Benidorm, el viento va cayendo y nos vamos parando.
Vemos que se hace la hora de comer y decidimos dar la vuelta y fondear al sur de la ensenada de Altea, nada mas doblar, de nuevo pero en sentido contrario, la Punta del Albir.

En esa zona han fondeado varias boyas para poder amarrarse. El año pasado no estaban, así que si hace tiempo que no pasais por allí, ya sabeís que ahora hay un fondeo mas o menos seguro y revisado.

En mi caso, nunca había fondeado o amarrado de esta forma, por lo tanto, otra maniobra a realizar por primera vez. ¡A aprender! ¡¡Yujuuuu…!!

Mientras nos dirigimos hacia la boya veo a otro velero rumbo a la misma por lo que yo, que soy principiante pero no tonto, doy un poco mas de motor para colarme en su derrota e iniciar la maniobra de aproximación a la boya. Siento quitársela, pero quiero probar una de esas boyas. No dicen nada, pero por el rabillo del ojo veo alguna mirada que siento como cuchillada. De todas formas no es necesario batirse. :p

Mi hermano se prepara en la proa con un cabo, amarrado un chicote a una cornamusa y con el otro en la mano para pasarlo por seno. Necesito cuatro intentos para acercarme lo suficiente como para que él pueda pasar el cabo, pero al final quedamos amarrados.

Nos bañamos, comemos tranquilamente, sesteamos, jugamos…Mi sobrina intenta pescar con una redecilla pero dice que estos peces son muy listos, en cuanto metes la red en el agua desaparecen y vuelven cuando la sacas, a comerse el pan que les echamos.

A media tarde volvemos a puerto, atraque sin incidencias, ducha y nos vamos a Altea a dar una vuelta. La ensenada sigue siendo igualmente bonita desde tierra.

Me compro una camiseta con la rosa de los vientos. Cenamos unas tapitas, un helado y de vuelta al puerto. Mi hermano y yo nos damos un paseo por el espigón viendo los barcos. Algún marinero nos vigila desde lejos, hasta que se da cuenta de lo fáciles que somos de localizar siguiendo el rastro de babas que dejamos frente a los veleros. Al día siguiente compramos dos cupones y decidimos echar una primitiva con números elegidos por mi sobri, a ver si así podemos comprar el barco, el amarre, la balsa, la BeLeU, las balizas, y esos millones de cosillas que los armadores nos contais que hacen falta para poder cumplir con la legislación…
De ahí a la cama. En lugar de borreguitos cuento veleritos, pero el primero es de cincuenta pies y me duermo antes de llegar a la popa…

Domingo

Mal tiempo. Cielo nublado. Vamos a desayunar. La cafetería está cerrada, el repartidor de la bollería, sentado en la terraza despierta a la camarera que, según dice acaba de saltar de la cama. La esperamos ansiosos. Algunos no somos capaces de lavarnos la cara sin haber tomado la dosis de cafeína habitual. Cuando llega, saltan los térmicos de la cafetera, no sale vapor, le pasa de todo a la pobre que está atacada de los nervios. Le echamos una mano para conseguir que todo funcione, la tranquilizamos y parece que le caemos bien. No nos cobra el desayuno.

Volvemos al barco sin saber que hacer. Salimos o no salimos…Empieza a llover y pensamos que no es plan de mojarse. Esperamos. Nos fijamos a ver que hacen los expertos del puerto y no vemos salir a nadie. Cuando deja de llover sube el viento a veinte nudos dentro del puerto. Después desaparece el viento. Luego vuelve a subir.

En una de las calmas vamos a la gasolinera. El chaval que me alquila el barco me propuso que le llenase el deposito a cambio de no cobrarme el gasoil. Me intereso el acuerdo, mas que nada porque nunca he puesto gasoil a un barco y como lo que yo quiero es hacer de todo, pues acepto. Despues de haberlo hecho veo que es una chorrada, pero tenia que haber una primera vez.

Ya que estamos, salimos del puerto a ver como está la cosa. Dejamos que mi sobri lleve un rato el timon, sin vela y observando que el viento no termina de ser estable. No nos fiamos.

Finalmente, decidimos que nos vamos a dar un paseo a Altea, volvemos a comer y para cuando sale el sol y tenemos ciertas garantías de que el viento es estable es casi la hora de devolver al barco. Así que nos volvemos sin navegar el domingo.

A pesar de todo, el fin de semana pienso que ha sido otro éxito. Me he divertido y he aprendido. Dentro de un par de semanas repito. Bueno y el próximo domingo a la regata Adela con el Imposible.