La importancia de la seguridad. Buzos a punto de morir en Calahonda.
Estimados cofrades el pasado día 7 me encontraba en la bella localidad granadina de Calahonda participando en un curso de buceo. La tarde del sábado un grupo; aproximadamente una docena de personas, se disponía a realizar una de sus inmersiones de iniciación. Accedimos al agua con ilusión en la pequeña playa, junto al cabo, por el canal no navegable frente a las pequeñas embarcaciones fondeadas. Una vez en el agua nos ajustamos los chalecos hidroestáticos, las botellas, máscaras, etc. y nos fuimos agrupando para realizar la inmersión de forma conjunta y emparejados.
En ese momento, cuando más de 12 personas flotaban diseminadas en el agua con sus equipos de buceo, una pequeña lancha (un modelo antiguo de unos 4 m de eslora, con un fuera borda sobredimensionado, con un pequeño parabrisas de metacrilato y un volante de coche) se acercó a la playa a unos metros tan sólo de los buzos para dejar en tierra a un tripulante.
Al dejar la playa, de forma repentina, el motor de la lancha quedó acelerado y agarrotado a sus máximas revoluciones (¿pudo deberse inicialmente a un ademán chulesco del patrón?) y la embarcación se precipitó encabritada contra uno de los buzos al cual embistió violentamente con la aleta de babor. (Esta persona necesitó asistencia en el hospital de Motril aquejado de fuertes contusiones).
Tras unos segundos de zozobra, observamos con pánico (doce personas en el agua en una superficie no mayor que la de una piscina) que el supuesto patrón con podía gobernar la barca ni desacelerar el motor. En ese momento la angustia se apoderó de todos mientras la lancha giraba enloquecida una y otra vez y su motor parecía querer explotar en cada vuelta. Al final el hombre a bordo se tiró a popa y apagó el motor.
Pensad en lo que pudo pasar por no disponer a bordo de un sencillo sistema de seguridad de corte de alimentación en el motor...
Por suerte no pasó gran cosa.
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