Viene de Sardinia 2007: Carloforte - Teulada
Viernes, 6 de julio.
Cuando nos levantamos seguía soplando pero un poco menos que el día anterior.
El calendario se nos comenzaba a echar encima pues teníamos que estar el domingo a primera hora en Cagliari para nuestra vuelta a BCN.
Consultamos las cartas y decidimos partir rumbo a otra ensenada cercana que parecía estar un tanto al resguardo del insistente NW : Malfatano.
Le preguntamos a nuestro "marinero favorito" (véase entrega anterior :-) que le parecía esa opción para pasar el día y nos confirmó que no era mal lugar.
Pagamos y nos dispusimos a marchar. El marinero nos ayudó a salir del amarre y del canal con la neumática y enfilamos la bocana.
Sólo salir del puerto, el viento vino presuroso a nuestro encuentro con energías renovadas.
- "Nos habremos precipitado partiendo hoy?", pensamos más de uno a bordo.
Continuamos costeando para tener menos ola (el viento venía de tierra) y navegamos con más de 20 nudos de aparente hasta llegar al cabo Malfatano.
El lugar era magnífico y ciertamente había lugares que quedaban bien resguardados del viento pero ya estaban ocupados por otros barcos que habían pensado lo mismo que nosotros (1, 3 y 4).
Nos dispusimos a fondear en la ensenada interior frente a la playa (2). No hacía el mismo viento que en mar abierto pero tampoco estábamos del todo protegidos. Las rachas ocasionales subían hasta los 20 nudos.
Suerte que el Caps lleva un fondeo "comme il faut " y localizada una zona de arena dejamos caer el ancla que se clavó bien en el fondo y nos mantuvo en el mismo lugar sin problemas.
Con el viento y el mar que había, no invitaba a bañarse pero viendo que estábamos bien anclados, nos relajamos y nos dispusimos a pasar el día en aquel lugar.
Habían unos cuantos barcos más pero como la rada en ese lugar era muy grande no había problemas de espacio.
En esto llegó un J120 con bandera de Mónaco y fondeó no demasiado lejos de donde estábamos. Este barco ya lo conocíamos de Teulada pues habían sido nuestros vecinos en el pantalán.
Eran un matrimonio joven con un crío pequeño. Durante el tiempo que estuvimos allí no llegamos a cruzar más que unos escuetos saludos y parecían bastante "estirados".
Nos sorprendió que estando amarrado en puerto, desplegara su enorme botalón telescópico, dificultando las maniobras que se hacían los otros barcos en ese canal. Incluso era uno de nuestras mayores preucupaciones a la hora de partir. Luego imaginé que lo debían de hacer porque seguramente ese botalón debía de ocupar una buena parte del camarote de proa.
Es un barco pensado para regata-regata y ocasionalmente se puede utilizar como crucero pero lo imagino muy espartano en sus interiores. Un poco como del estilo del Archambault 40.
Os cuento todo ello porque ese barco iba a ser protagonista de una de las anécdotas del día y del viaje.
Este es el J120 que garreó
Al rato los vemos que se meten en la pequeña auxiliar y se largan a la playa no tan cercana donde había un chiringuito de esos.
El viento no cesaba y las rachas en ocasiones ponían aprueba los fondeos. En una de éstas, el J120 que teníamos a nuestra altura, garrea y se va unos cuantos metros más atrás. Viene otra racha y vuelve a garrear.
Donde estábamos el fondo era de arena y algas y seguramente en esos momentos él estaba arando toda la posidonia del fondo.
Las rocas estaban cada vez más cerca del barco sin tripulación.
Comenzamos a mirar hacia la playa con los prismáticos y no se veía ningún tipo de actividad especial ni a los tripulantes del barco que garreaba.
- "Estos se quedan sin barco"
JA ya estaba buscando cabos con que intentar ir a rescatarlo antes de que ocurriera lo inevitable.
Comenzamos junto a un barco alemán que había cerca y también se dió cuenta de lo que estaba pasando a tocar las bocinas para llamar la atención de los que estaban en la playa.
Pero nada, nadie se movía en la playa y ya nos veíamos montando la operación de rescate... pero con las rocas cada vez más cerca del barco y el viento que había no sé hasta que punto hubiera sido poner en peligro nuestra propia embarcación el intentarlo.
Seguimos llenando la cala de bocinazos y por fín vemos a alguien que corre por la playa de un lado a otro. Al rato vemos que dos personas se suben a una semirígida y vienen zumbando hacia nosotros. Eran el patrón del J y otra persona que se había prestado a llevarlo con su neumática mucho más rapida que la auxiliar que tenían.
Pasan por nuestro lado y nos dan las gracias por los avisos.
Salta a bordo y pone el barco en marcha cuando ya le quedaban muy pocos metros para llegar a la zona de rocas. Cuando ya consiguió salir de la zona peligrosa y recoger el fondeo que izó lleno de algas se nos acercó para volver a reiterar su agradecimiento y hasta nos preguntó si volvíamos esa noche a Teulada imagino con el ánimo de celebrar el final feliz brindando todos juntos.
Pero no, nosotros no volvíamos. Volvió a fondear pero esta vez ya no marchó del barco.
Como no parecía querer amainar y el lugar dadas las circunstancias no daba garantías de poder pasar la noche comodamente, comimos a bordo y tras la obligada siesta continuamos nuestra ruta hacia Cagliari en busca de un lugar mejor para pasar la noche.
Luego sigo...