La aportación que puedo hacer es sobre el 32, del que se ha hablado menos. Nosotros tuvimos uno, fué el barco de mi adolescencia. Efectivamente, un cambio de velas lo convirtió en más alegre, pero no le hizo navegar con ventolinas. Era un barco pesado, indestructible y que daba seguridad, pero lento con poco viento. Con viento todos andan.
