Ahora viene lo cojonudo:
Vuelvo al puerto, y me pongo a trabajar. Poco a poco el puerto se va llenando de guiris.
Yo, a lo mío.
Termino la faena y me fijo en la desacostumbrada despampanancia del personal, mucho más delgados, guapos y de edad treintaitantos que lo que es el nivel normal de una playa. Al menos de esta.
Me acerco intrigado. Hay demasiados cuerpos danone y todos delante de la discoteca. A las cinco de la tarde, no me cuadra. La sesión infantil suele caracterizarse por tener niños, la susodicha disco acaba como quien dice de instalarse y no hay nadie del pueblo entre el personal.
Escojo a una de las bellezas, y le pregunto que qué hacen. Es todo muy raro.
-Nada, nada, ya hemos acabado.
-¿perdón?
-De filmar, hemos acabado de filmar. Lo del casting está en un cartel más allá.
-entonces, ¿habéis hecho vosotros esto?
-¿la discoteca?. Si , claro. Para la peli.
Joer, qué alivio. Comparable a haber encontrado el bañador e incluso que me sirva (toma ya!).
Pues eso. Que no abren una disco, que ruedan una película. Gracias a Diox.
