Yo subí el hace unos días desde Vilamoura hasta Bayona, con una previsión estupenda y a la altura de Peniche se nos montó un carajal que ni te imaginas.
Tardamos un día y una noche más de lo previsto, avería en baterías, sin electrónica y, en fin, toda una aventura.
Menos mal que el barco, un catamarán de 43 pies, aguantó sin enterarse.
Ojito con la costa portuguesa, yo, siempre terminé pasandolo mal.

