Hola Stoneman,
Te puedo contar dos casos, una experiencia propia y otra que, sin serlo, me tocó de cerca por otras razones.
La primera sucedió hace algunos años, volviendo en Abril de Ibiza a la península y poco después de pasar los Freus, donde tuvimos una tormenta con bastante aparato eléctrico. El viento no era especialmente fuerte (en torno a F6) y yo, que ni estaba patroneando el barco ni estaba de guardia, descansaba en mi camarote, sin poderme dormir del todo; el viento de los días anteriores había dejado un oleaje incómodo y el ruido del motor -acompañado por una mayor rizada- y de los truenos tampoco facilitaban las cosas.
Sigo sin saber exactamente qué ocurrió, pero en medio de esta situación escuché un chasquido tremendo, al tiempo que un gran resplandor iluminó momentáneamente mi camarote. Yo, que estaba atontando, no lo asocié inmediatamente con un rayo y, de hecho, y en medio de la confusión, dudé si alguien había disparado una bengala

Me quité de encima el saco, me puse el traje de aguas y salí de mi camarote, y en la mesa de la dinette me encontré con las dos personas que acompañaban, en su guardia, al patrón. Estaban sentados y mirándose; no hablaban.
Subí, todavía medio atontado, a la bañera. Allí el patrón me dijo que nos había alcanzado un rayo. Es difícil -especialmente para mí, que estaba en mi camarote cuando sucedió- saber si el rayo había impactado directamente en el palo o, simplemente, había caído cerca. El motor seguía funcionando y toda la electrónica -equipo de viento, tridata, piloto automático, etc- se había venido abajo y no volvió a funcionar en lo que quedaba de travesía. Hice el resto de la guardia y llegamos a nuestro puerto de destino sin ninguna novedad ni fallo adicional.
El segundo caso fue bien distinto. El Walvis, un First 342 en el que participé en la Ruta de la Sal de 1.999, fue alcanzado de lleno por un rayo a pocas millas de la costa de Mallorca, mientras su propietario lo transladaba al punto de partida de una regata. De esto no hace más de tres años.
Al parecer, se habían realizado modificaciones en su orza que habían interrumpido el cable de tierra que unía a ésta con el palo, lo que provocó que la descarga eléctrica se abriera paso fundiendo una parte importante de la fibra de vidrio que conformaba el casco en esa zona. Como consecuencia, se abrió una vía de agua imposible de achicar con los medios con los que contaba el barco, lo que, lamenteble y también lógicamente, provocó su hundimiento. El armador tuvo tiempo para comunicar su posición, recoger documentación y elementos de seguridad necesarios, y pasó a la balsa desde la que fue rescatado posteriormente por salvamento marítimo.
Como verás, dos situaciones con dos finales muy distintos, en las que se pone en evidencia que nunca está de más, al navegar cerca tormentas con aparato eléctrico, utilizar alguno de los medios que se han planteado anteriormente.
Un saludo y hasta pronto
Avante