Travesía a Hyéres
Aunque el parte no es todavía muy claro, sí parece que la tramuntana da signos de apaciguarse. Salimos temprano. Buen viento restante a un descuartelar y algo de mar de fondo nos permiten navegar a vela a unos 6” casi hasta la noche.
A media tarde nos sobrevuela una avioneta pequeña. Para nuestra sorpresa, después de la primera pasada da la vuelta para hacer dos pasadas más a una altura que no supera los 30 mts. Vemos hasta la cara y vestiduras del piloto. Qué querran? No sabemos si preocuparnos o solo sorprendernos...
Ahí viene!
Realmente bajo:
Al final del día el viento baja y tenemos que arrancar la batidora para hacer unos tristes 4,5 nudos. Lo compruebo, y confirmamos que andamos contra una corriente de 1,5 nudos que nos acompañará hasta entrada la noche.
Seguimos con la buena gastronomía a bordo y, a pesar de estar en travesía, tenemos cena de cuchillo y tenedor.
Establecemos los turnos de guardia para la noche –de hecho, como siempre, de día también hay siempre uno de nosotros de guardia para permitir al resto descansar sin sobresaltos.
La noche es tranquila. El mar poco a poco va quedando como un espejo y tenemos luna casi llena. Solo ha habido que maniobrar a un carguero pequeño cuando hemos cruzado la ruta de Marsella, y que teníamos posicionado en el radar con mucha antelación.
Esta vez, los delfines aparecen solo fugazmente. De hecho, con la mar plana, y sus apariciones fugaces, llegan casi a asustarnos en ocasiones.
De hecho, el mar tan plano casi asusta:
Hyéres - Porqueroles
Llegamos a Porqueroles –la mayor de las Hyères- a mediodía del dia 1 de agosto. Ya de entrada, me sorprende la cantidad de barcos –motoras, barcos de centros de inmersión, y sobre todo veleros- que vemos navegando por la zona. Me digo que hemos llegado a una pequeña “meca” náutica. Me acuerdo de las palabras de un cofrade cuando me contaba cómo había aprendido a navegar en estas aguas: “Allí la gente navega...”. Viendo el bullicio de barcos arriba y abajo le comprendo.
Vista del “petite passe”, con algunos spi’s al fondo:
Entramos en el puerto de Porqueroles. En la misma bocana hay un marinero con una zodiac dirigiendo el tráfico:
- “Tienes amarre?”
- “No. Hay? Como lo consigo?”
- “Mete tu barco en el muelle de espera flotante y ve a capitania a pedirlo”.
(os ahorro las repeticiones debidas a mis “francés-de-diez-horas-intensivas”)
Todo perfectamente organizado.
En capitanía nos asignan un amarre, nos lo señalan en un mapa del puerto y nos cobran los 28 €. En la factura, aparece la “cuenta del abonado” que va a cobrar parte de mi pago por usar el amarre que él dejó libre. Empiezo a constatar diferencias con nuestros puertos:
Los precios –como veréis- son muy distintos. En caso de dejar su amarre vacante, deben avisarlo a capitanía, pero luego recuperan algo de lo que el puerto cobra por esa plaza.
Una vez tengo la plaza asignada, puedo salir a navegar de nuevo hasta las 19h. A partir de ese momento, ocuparan mi plaza si no estoy en ella.
Nunca hay marineros ayudando en las maniobras, pero casi siempre hay alguien recibiéndote y dándote indicaciones cuando entras a un puerto en busca de amarre.
De hecho, en ninguno de los puertos que entramos tuvimos problemas para encontrar amarre.... hasta nuestra vuelta a España.
Otra diferencia: Los pantalanes son realmente más parecidos a campings que a pantalanes de puerto: familias enteras –con perro y suegra- en barcos de 8 mts,, gente comiendo en el barco, haciendo la colada o lavando platos...
Vida de pantalán:
Y alguna perla del pantalán, con marinero incluido:
Comemos y sesteamos hasta la tarde.
Salimos a visitar la isla a pie. Sorprende la cantidad de chicharras ruidosas que se oyen por todas partes. Paisajes de pinos, y rutas señalizadas para excursiones alrededor de la isla.
Casi ningún vehículo de motor, y vida tranquila.
En cierto modo, me recuerda algo Tabarca, con sus ferrys de visitantes diurnos, restaurantes... Cenamos en uno de ellos la especialidad típica: “moules frittes” pero “avec roquefort”... (raro, raro...., aunque nostamal....)
Vista del puerto de Porqueroles, con el “continente” al fondo:
.... mañana sigo...