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Predeterminado Re: Galileo Galilei, las lunas de Júpiter y cómo determinar la longitud

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Originalmente publicado por Tropelio Ver mensaje
Desde 1612, año en que propuso por primera vez el método de los eclipses de las lunas de Júpiter para determinar la longitud, hasta su muerte en 1642 Galileo no dejó de trabajar en este método, mejorando sus observaciones con el fin de mejorar a su vez sus predicciones de las efemérides de los satélites. Es curioso que, a pesar de todos estos esfuerzos, Galileo nunca llegó a publicar formalmente (a parte de las vaguedades contenidas en sus propuestas a las Coronas española y holandesa) nada sobre su método. El primero en publicar tablas con efemérides de los eclises de los satélites de Júpiter fue Simon Marius, pero no hacía mención alguna a utilizar esos datos para determinar la longitud. La primera mención publicada al método de Galileo apareció en 1639 (tres años antes de su muerte en 1642) en las Tablas Planetarias publicadas por Vicenzo Ramieri, alumno de Galileo que continuó con sus observaciones cuando éste se quedó ciego como consecuencia de sus observaciones del Sol a través del telescopio. En esas tablas Ramieri afirmaba textualeme que pronto publicaría tablas de los movimientos de las lunas de Júpiter que serían útiles para determinar la longitud en el mar. En los años que siguieron diferentes autores hicieron alguna que otra mención al método propuesto por Galileo. El intento más serio en los primeros años posteriores a la muerte de Galileo fue el de Giovanni Battista Hodierna con la publicación de sus tablas en 1656. Estas tablas supusieron una considerable mejora con respecto a las de Marius de 1614, pero a pesar de ello pronto estuvo claro que no eran aun suficientemente precisas como para que el método de Galielo fuese aplicable en la práctica. Tanto es así que en la década de los sesenta de ese siglo los astrónomos no utilizaban aun los satélites de Júpiter en sus esfuerzos por determinar la diferencia de longitud entre los diferentes observatorios repartidos por Europa. El método preferido en esa época era aun la observación de los eclipses de Luna.

La puesta en práctica definitiva del método de Galileo ocurrió gracias a Giovanni Cassini. Cassini era profesor de Astronomía en la Universidad de Bolonia. A mediados de la década de los sesenta conoció a Giuseppe Campani que era un fabricante de telescopios afincado en Roma. Campani había logrado por aquél entonces mejoras significativas en la calidad de este instrumento. Con uno de los telescopios de Campani Cassini hizo una serie de descubrimientos espectaculares, en particular referentes a los tránsitos de los satélites de Júpiter sobre el disco del planeta. Observó los satélites durante unos años y publicó finalmente sus tablas en 1668. La publicación de estas tablas puede considerarse como el punto de partida de la aplicación práctica del método de Galileo para la determinación de la longitud, aunque posiblemente ello se debió más a la posición relevante que llegó a alcanzar Cassini que a la calidad de sus tablas que, si bien mejoraban las existentes hasta ese momento, distaban aún de ser perfectas. El ascenso de Cassini comenzó con su traslado a Paris en 1669 a donde llevó sus tablas publicadas el año antes. En París consiguió muy pronto hacerse cargo de la sección de Astronomía de la Real Academia de Ciencias. Sus tablas no eran lo suficientemente precisas como para poder determinar la longitud a partir de ellas, es decir, comparando la hora local a la que se ha observado un eclipse con la hora local del meridiano de referencia predicha en las tablas para ese mismo eclipse. Pero sí eran lo suficientemente precisas como para permitir a los observadores saber la hora aproximada (con un error pequeño) de los eclipses y planear así su observación. Eso permitía aplicar el método de otro manera, determinando la diferencia de longitud entre dos lugares a partir de la observación simultánea del mismo eclipses desde los dos meridianos, anotando la hora local en cada uno de ellos a la que el mismo eclipse era observado. La primera oportunidad para poner en práctica el método, aplicado de esta manera, fue la expedición a Dinamarca realizada por Jean Picard , entre los años 1671 y 1672, con el fin de volver a determinar la longitud del observatorio de Tycho Brahe. En su viaje Picard hizo observaciones de eclipses de las lunas de Júpiter (para cuya preparación utilizaba las tablas de Cassini). Cinco de esos eclipses fueron observados simultáneamente desde París por Cassini y sus ayudantes. Como resultado de las observaciones realizadas en ese viaje Picard se convirtió en un firme partidario del método, defendiéndolo de manera vehemente en el informe que presentó al término de la expedición.

Así pues, en la década de los años 80 del siglo XVII los satélites de Júpiter se habían convertido en el método oficial en Francia para determinar la longitud. En 1693 Cassini publicó unas nuevas y revisadas tablas, basadas en casi tres décadas de observaciones. La precisión de estas nuevas tablas era suficiente, en lo que al primer satélite se refiere, para determinar la longitud con ellas con un error menor de un grado, siempre que el usuario estuviese lo suficientemente entrenado en la observación de la efemérides de Io (el satélite más cercano a Júpiter) a utilizar. Sin embargo, no ocurría lo mismo con las efemérides de los otros tres satélites para los que las tablas eran mucho menos precisas. En 1690 la Academia inició la publicación de Connaissance des Temps , una publicación que contenía predicciones anuales de los eclipses de los cuatro satélites de Júpiter, esquemas con sus configuraciones diarias e instrucciones para su observación. Durante los comienzos del siglo XVIII se publicaban instrucciones que daban la impresión de que cualquiera podía aplicar el método haciendo sus propias observaciones. Por ejemplo , se especificaba que:

...Tan sólo es necesario un péndulo [o sea, un reloj de péndulo, los más precisos existentes entonces], un simple telescopio de 15 a 18 pies y un cuadrante que cualquiera puede fabricar sin dificultad de madera y sin tener habilidades especiales para hacer muy buenas observaciones de los satélites de Júpiter...

En Inglaterra también se intentó utilizar y mejorar el método de Galileo. Ilustres astrónomos como Edmund Halley (el del cometa) y, también, James Bradley (el gran astrónomo descubridor del movimiento de nutación de la Tierra y de la aberración estelar) que publicó en 1719 tablas de efemérides para los cuatros satélites. En 1714 se había creado en el Parlamento inglés, por decreto de la Corona, la Comisión de la Longitud que a su vez estableció el conocido premio de 20000 libras para quien propusiese un método útil para determinar la longitud en la mar. El método de los eclipses de las lunas de Júpiter se convirtió en uno más de los que pugnaban por llevarse tal premio. A pesar de los continuados esfuerzos de los partidarios del método por convencer al Comité, pronto quedó claro, a comienzos del siglo XVIII, que si bien el método era viable y suficientemente preciso para establecer la longitud en tierra, sus posibilidades de hacerlo en la mar eran muy pocas, por no decir nulas. A pesar de la aparición de telescopios reflectores, capaces de conseguir los mismos aumentos que los refractores pero con instrumentos mucho más pequeños, los aumentos requeridos para observar los eclipses de los satélites implican el uso de un telescopio inmanejable (aunque sea un reflector) en un barco en movimiento. Una vez más se hicieron diferentes intentos para diseñar y construir sillas marinas que permitieran contrarrestar el balanceo y cabeceo del barco, al estilo del celatone de Galileo. Pero las esperanzas depositadas en esa posibilidad se desvanecieron completamente tras las pruebas efectuadas por Nevil Maskelyne. Maskelyne trató de observar desde una de estas sillas marinas diseñada por Christopher Irwin durante una expedición a Barbados en 1773 - 1774. Maskelyne escribió sobre esa experiencia que la silla marina del Sr. Irwin se veía demasiado perturbada por el movimiento del barco como para mermitir, sentado en ella, el manejo del telescopio para observar los eclipses de los satélites de Júpiter. Esa misma expedición llevaba a bordo uno de los prototipos de cronómetro marino de Harrison. Maskelyne concluyó que se encontró que el reloj de Harrison dió la longitud de la isla con gran exactitud. Esto significó el fin de los eclipses de los satélites de Júpiter como método para determinar la longitud en la mar, quedando la contienda reducida a la más conocida pelea entre el método de las distancias lunares (promovido y defendido por el propio Maskelyne) frente al método, finalmente vencedor, del transporte de la hora del meridiano de referencia mediante un artilugio mecánico suficientemente preciso: el cronómetro marino. Pero esa es otra historia...

¿Y que ocurría en España mientras todo esto sucedía en Francia e Inglaterra? España y Portugal eran las potencias navales a finales del siglo XV, durante el siglo XVI y principios del siglo XVII. Fueron los paises que iniciaron la navegación de altura, con grandes navegaciones oceánicas, y, por tanto, los primeros en plantearse la necesidad de resolver el problema de determinar la longitud en el mar. Fue la Corona española, como hemos comentado más arriba, la primera en establecer, en 1598 bajo el reinado de Felipe III rey de España, Portugal y las Dos Sicilias, un sustancioso premio a quien propusiese un método práctico para resolver el problema de la longitud. Por esa razón Galileo dirigió su propuesta a la Corona española, por primera vez en 1612 y de nuevo más tarde en 1616, siguendo con sus intentos de convencer a España de la viabilidad de su propuesta hasta 1630 aproximadamente. Pero España entró en una profunda crisis, social y económica, coincidiendo con el final del primer tercio del siglo XVII. Esta crisis afectó en realidad a toda Europea, pero en España se produjo de forma más temprana y más profunda que en el resto del continente (¿será que estamos predestinados a ello?). Las causas fueron diversas y complejas, empezando por problemas demográficos. Se produjo en España una pérdida de población causada principalmente por los efectos de grandes epidemias que, para agravar más las cosas, coincidieron con periodos de hambre y carestía. Pero también influyó en la pérdida de población la expulsión definitiva de los moriscos (que provocó el hundimiento de la agricultura y la artesanía en Valencia y Aragón) y la participación de los varones en las guerras europeas de la época. A estos problemas demográficos siguieron pronto problemas económicos muy serios como la mencionada decadencia de la agricultura, las dificultades para la exportación de la lana castellana o la incapacidad de la escasa industria para competir con las producciones del resto de Europa. Al mismo tiempo comenzó la decadencia del comercio provocada por la competencia francesa en el Mediterráneo y la inglesa y holandesa en el Atlántico, competencia que agravó la situación ya resentida por el creciente autoabastecimiento de las Indias y por el agotamiento de muchas minas americanas. Las cosas empeoraron aún más por la nefasta política económica (devaluación monetaria, aumento de los impuestos, etc) de los gobiernos de los llamados Austrias Menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) que agravaron más que solucionaron los problemas. Como consecuencia de todo ello, la sociedad española del siglo XVII vivió un proceso marcado por el empobrecimiento de ganaderos y agricultores (la mayor parte de la población), la debilidad de la burguesía (que en Europa empezaba a formar unas incipientes clases medias), y el aumento de los grupos sociales improductivos como la nobleza, el clero y los marginados (que terminaron por imponer una mentalidad basada en el desprecio al trabajo). Incluso la débil burguesía española terminó haciendo suyos algunos ideales nobiliarios, haciéndose rentista y abandonando cualquier riesgo empresarial. Como es fácil de entender a la vista de todo esto, el panorama no era en absoluto adecuado para el fomento de las actividades técnicas y científicas. El resultado fue un profundo declive de las aportaciones españolas en el campo de la náutica y otras disciplinas, declive que, muy posiblemente, hemos venido arrastrando hasta la actualidad, agravado por nuestra lamentable historia durante la mayor parte del siglo XX. Pero esa también es otra historia....

En la próxima entrega entraremos en faena con el método de Galileo
¿Cómo podemos ponerlo en práctica hoy día? ¿Qué necesitamos? ¿Es difícil?, etc.

Saludos,
Tropelio




entonces ANAVRE lleva 2 ciglos de retraso

cuanto trabajo tenemos por delante


gracias tropelio por ir matandome el burro poco a poco



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