Esta mañana en el puerto, fijandome en los atraques de los demás e observado a un pescador veterano, acercarse muy lentamente al atraque; una vez que su proa estaba casi a la altura de la popa de sus adlateres, quita la caña del timon, apaga el motor y tranquilamente se va a proa para recoger la amarra del patalan a la vez que el barco queda parado a una cuarta del pantalan. Supongo que con el tiempo se adquiere esa destreza, pero lo que he aprendido es que hay que entrar muy despacito, a morir antes de llegar al pantalan.
