Iñigo... ¿recuerdas cuando bebíamos agua?
Ahora, amigo mío, te recordaré estas rimas, a las que como suele ser frecuente, nadie hace caso:
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
Iñigo, ya sabes...
si no te gusta la música... ¡no toques el arpa, hombre!
Rog
PD: Como verás, amigo Iñigo, esta Taberna es algo no ya grande, sino enorrme... ya tiene hasta exiliados y mártires, no nos falta de ná
