Como os ha gustado, os pongo otro...
Werke, no me atreveria a jurarlo...jeje
El señor de los colmillos
MI PATRIA, AL FIN
José B. Adolph
Por suerte, mis fracasos nunca me volvieron vanidoso.
Lo digo porque jamás me plagiaron y –lo que es peor- nunca me piratearon, lo que es la muerte literaria contemporánea.
Lo digo porque, hace unos días, encontré mi patria ideal. Me explico.
Fui a visitar a una persona recluida en un hospital para enfermos mentales. Ninguno era agresivo y ninguno sufría: esos me provocan una gran tristeza.
Y sucedieron dos cosas: una chica atractiva se paró frente a mí y, sonriendo de oreja a oreja, me dijo: “¡Qué lindo eres!”. Otro paciente, un caballero muy serio, tras recitarme una serie de apellidos notables y parentescos importantes, al enterarse de que yo había publicado algunos libros, me propuso ser el editor de mis Obras Completas. Yo, por supuesto, se lo agradecí pero le advertí que eso podía demorar, a lo que repuso, con una mano consoladora en mi hombro: “Hay que dar tiempo al tiempo.” Ese, al menos, es un editor sincero.
Ergo, para que una chica me piropée y alguien me proponga publicar mis obras completas, debo ir a un hospital mental.
Hace mucho tiempo que no me sentía tan bien: toda mi vida he convivido con el terror a ser cuerdo. Ya no más. ¿Los cuerdos? Véalos todos los días, gobernando el mundo.
¡Y qué parecido es el mundo de estos pacientes al de los escritores! Todos creamos mundos paralelos, y no se deje engañar por los “realistas”: todas esas “realidades” son inventadas. El realismo-naturalismo es un engañabobos. La única diferencia importante entre los enfermos mentales y los escritores de ficción es que a nosotros a veces nos creen y no nos recluyen.
Aunque algunos lo merezcan.
Los pacientes a que me he referido hacen exactamente lo mismo, oralmente o por escrito. Son mucho más honestos. Tenemos la misma patria, exclusiva y propia, probablemente hecha a nuestra imagen y semejanza. Ese mundo es lo que somos, y esa realidad es la única verdadera.
Salvo la de los demás.
