
Honestamente.
No me ha gustado, a pesar de su didactica implacable, franca y sospechosamente campechana.


Me ha recordado las homilías dominicales de nuestros ínclitos "pastores", aunque mejor hilada y documentada.
La impotencia que manifiesta, revela que en el fondo subyace la vieja nostagia del autoritarismo, me preocupo cuando se habla de recorte de libertades. Aunque sean las de los niños.
Creo que las libertades deben encauzarse, no recortarse.
