Precioso!!!
Boot Qué mirada tan inteligente
Yo heredé de mi vieja, un perrito epiléptico que me endulzó la vida.
De lo único que hay que preocuparse, es de que no tengan convulsiones cuando transitan por la calle o por lugares de cierta altura.
Tristonio (así se llamaba) adoraba estar conmigo en la planta alta (donde tengo mi estudio). Mientra yo estuviera con él, no había problemas, pero cada vez que me iba, tenía que cerrar su acceso a la escalera.
Felicitaciones por ese encanto

