[Sarina]

Desde que me enteré de la caída al mar de Manolito, he querido escribir algo para el y compartirlo con toda la gente que tanto quiere a esta gran persona...
No he podido.
Hacerlo significaba aceptar su muerte y no lo acepto, por más que todos los indicios apunten hacia allí.

Ayer conocí a un grupo de gente estupenda:
Nelson, Bitxo, Sispar, MPineda, Ralf, Mercè, que nos arroparon, protegieron y nos dieron el soporte necesario para afrontar, a Carmen y a mi, una nueva búsqueda, no solamente por mar y tierra, también hacia nuestro interior, hacia el camino de la paz emocional.

GRACIAS Nelson, Bitxo, Sispar, MPineda, Ralf, Mercè
GRACIAS GENTE DE MAR!!

También conocí a Pau, propietario de un alquiler de motoras, etc, nos ofreció su motora para poder bordear ese lugar durante dos horas, no aceptó cobrar

GRACIAS PAU!!

Llegar al Trabucador fue una de las vivencias mas emotivas y dolorosas que he sentido en los últimos tiempos, algo en mi hizo " Click", mi interior se desmoronó y un gran vacío pasó a llenarme...

Preguntaba retóricamente ¿Por qué?

¿Por qué? ¿Por qué?


Mientras la motora galopaba un poco mas alejadamente de donde el mar se casa con el río, montones de recuerdos de mi sobrino me inundaron, desde cuando lo tenía en brazos con solo dos meses, yo tenía 15 años, el sólo vestía pañales porque hacía muchísimo calor de aquel verano argentino.

La luna, cuando creció se enamoró de la luna y una noche de luna llena en invierno me llevó tropecientas veces a admirarla, contaría solamente con dos añitos y era urgente... me llevaba corriendo de la manito, ibamos a ver "la nuna".


Cuando se fue con Manuel, Mónica y su hermanita Laura, que era un bebe, a Barcelona, decía mi nombre al despertarse porque ya sabía que yo también venía para aquí.


Años de contacto y lejanías, suyas y mías.


Los últimos años llevaba a mis hijas a su velero algún fin de semana. Ahí aprendieron Sonia y Celeste todo lo cuidadoso que es, todas las medidas de seguridad que siempre tomaba, toda la sabiduría que tiene.

Ahora no está, hemos de emprender un camino abrupto, salvaje, el de la aceptación... sin habernos podido despedir del cuerpo que habitó durante 30 años y el día o días que tuviera fuerzas para aguantar.


Nos dejó un gran legado, de aprendizaje, amores, recuerdos y tanto mas...


Manolito, querido sobrino, te quiero hasta el infinito y mas allá...