Agradezco en primer lugar los comentarios, sabios, jocosos, comprensivos y de fina ironía de los cofrades que han intervenido en las presentaciones de David “Colegui” y la mía propia.
En vista del buen ambiente reinante hemos decidido abarloarnos íntimamente para estudiar la situación y aprovechar todas las informaciones que podamos obtener para la compra del barquito del nene
para lo que iremos preguntando cosas, a ser posible de una en una y no amontonadas.
Parece que la elección se centrará en un crucerito de alrededor de 33 pies para que el jovencito no se asuste con lo lejos que le queda la proa. En eso ha coincidido mucha gente y Colegui esta de acuerdo.
Lo que he visto hasta ahora es que la tecnología de construcción de veleros ha cambiado mucho en 30 años. Hay cosas impresionantes y maravillosas pero también me ha parecido que la competencia entre astilleros es grande y que la guerra de precios/calidades esta muy abierta.
En relación con ello nos ha sorprendido un consejo entre los recibidos:
“Mas vale comprar un segunda mano que uno nuevo”. Razón no económica: “El de segunda mano ya ha estado en el agua y podréis comprobar como ha aguantado el movimiento y el agua”.
¿Hasta ese punto la cosa va así? ¿Es posible que, dentro de una misma marca y tipo, un barco salga del astillero firme y a otro no le aguante la rigidez un día de mar movidilla y vuelva a puerto con los armarios desvencijados?
Esto me recordaría las épocas gloriosas de los Seiscientos.
Esperamos ansiosos vuestras opiniones. Hemos puesto cava en la nevera. Tenemos mas preguntas.
Buen viento.