Pozí, la cosa además de estresante y penosa, es cara e inexplicable.
La cuestión es que cuando más la necesitaba... se fue!
Yo pensé que se había roto el cable del morse y salté al interior a mover el inversor a mano mientras mis hijos quedaban fuera y se apartaban como podían de los otros barcos.
Tiraron un cabo a una lancha que, por popa, nos apartó de la golondrina que con cientos de pasajeros se nos echaba encima. Para colmo, alguien que conocíamos no se le ocurrió otra cosa que venir a vernos metiéndose de por medio con su clase A... terrible!.
Una vez apartados un poco de todos, la cosa ya estuvo clara, izamos las velas y ya teníamos gobierno (que suerte los veleros tener dos tipos de propulsión). Luego el spi y a casa, amarrando sin más.
Ahora ya solo queda pasar por caja...
