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Antiguo 11-02-2015, 16:52
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Capitán pirata
 
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Predeterminado Re: Cuento para el invierno

El cuerpo y la mente son un mecanismo que me sorprende. A veces, sus reacciones son ingenuas, se diría que propias de algún animalito doméstico, e inducen una cierta ternura. Llevaba ciento ochenta y cinco días en tierra, más que en ninguna otra escala de los últimos veinte años, y sin embargo mis mecanismos vitales aún respondían a los viejos estímulos como si no hubiesen pasado más que los habituales dos meses de vacaciones. Preparé un equipaje veraniego, cubrí con sábanas los muebles nuevos, cerré llaves de paso y conmutadores y, antes aún de cruzar la puerta, ya empecé a sentir aquella especie de taladro lento en el estómago que siempre me acompañó en los desplazamientos previos a los embarques.

Mientras vivió mi madre, contaba con el alivio de la ceremonia de su bendición: me ponía frente a ella, rodilla en tierra, y esperaba a que me acariciase la cara mientras recitaba una oración en el incomprensible idioma de sus ancestros que siempre acababa en un español arcaico: que Yavé me lo benedica y lo cure.

Cuando ella faltó elaboré algo así como una película mental en la que la recordaba haciendo el último de los gestos del adiós, que consistía en pasar los dedos por determinado lugar de la jamba de la puerta y tocarme luego la frente. Creo que había hecho empotrar en la madera algún tipo de amuleto, aunque nunca nos contó, ni a mi padre, que era un ateo militante, ni a mí, en qué consistía ni qué significaba. Fuera lo que fuese aún debía estar ahí, de modo que yo acercaba siempre la frente a ese lugar antes de partir para mis viajes y evocaba el espíritu cálido, tierno y protector de mi madre.

Me estaba yendo de vacaciones, pero partes de mi cuerpo y de mi inconsciente no. Ellos se iban otra vez de campaña. A la mar.

Y, siempre según lo habitual, la sensación desapareció en cuanto subí a bordo y noté bajo los pies la vibración serena del motor.

Al pasar entre puntas vi la figurita frágil de Rebecca diciéndome adiós junto a la farola roja.

Farewell Captain!

¡Hasta pronto, Becky! Le contesté en español.

Pensando en su madre me vino a los labios una canción de despedida. Ideal para aquellos que parten con vocación de horizonte.

Farewell Angelina
The sky is trembling
And I must leave.


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