Querida Amiga:
Lo primero es que de los sustos siempre se aprende .... está claro que es más que conveniente el que consigas una cierta soltura con la natación y una cierta resistencia, la suficiente para desplazarte unas decenas de metros sin mayores esfuerzos (mejor algunos cientos

).
El buceo autónomo (que lo es porque tu llevas en tu espalda tu fuente-botella- de aire comprimido) te sacará de algún que otro apuro y te permitirá hacer alguna limpieza de fondos, cambiar los ánodos de la helice, etc. Para poder bucear es
imprescindible hacer un curso básico, reglado, de buceo con cualquiera de las empresas-organizaciones del sector (Fedas *, PADI Open-Water, etc).
De todas formas, aun sabiendo nadar hay que tener un gran respeto a la fuerza de la Mar. Te cuento:
Mi Padre, gran nadador, aunque, por su edad (70 años), convertido en nadador de larga distancia a velocidad de "ballenato lento", salio con mi Almiranta y yo mismo , a dar una vuelta con el barco. Para comer, fondeamos al lado de la Isla de la Torre, en la Bahía de Santander, cerca del canal de salida de esta, en un sitio con una corriente moderada (1-2 nudos). Habitualmente, nosotros nos bañamos teniendo en cuenta la corriente y, si queremos llegar a la playa cercana, nos calzamos aletas. Pues bien, yo veía a mi Padre nadando, sin avanzar prácticamente, a 3 o cuatro metros del barco, sin darle importancia, pensando que estaba haciendo "natación contracorriente". Al cabo de unos minutos subió al barco y casi se desmayó diciéndonos que casi se ahoga ... !a cuatro metros del barco¡ ...¡una persona que nada kilómetros ...¡. El motivo: la corriente era demasiado intensa para su ritmo habitual y sobrepasarla le agotó y en vez de pedir ayuda o dejarse ir hacia la Isla, luchó hasta el agotamiento ..... y subió al barco. Fíjate, Polen, lo que le puede ocurrir a un buen (pero algo mayor) nadador.
Moraleja: hay que prepararse para moverse bien en el agua pero sin olvidar que la Mar tiene siempre la última palabra.
