Se acerca el invierno y hace frío (aunque no mucho aquí en Sevilla); así que
voy a recordar cosas del viaje al Caribe, que espero os distraigan un poco.
Para empezar, voy a contar una anécdota de la travesía:
Como quiera que nos quedamos sin viento y la vida a bordo se hizo tranquila,
teníamos todo el tiempo de mundo, para maquinar situaciones. En esas, se
me ocurrió un plan para gastar una broma a uno de los acompañantes. Para
ello, urdimos Urtzi y yo una estrategia, que pusimos en marcha. El resultado
fue como sigue:
Tomé la VHF portátil y me fui a mi camarote con ella. Previamente, habíamos
quedado Carlos y yo, en que haría una llamada, simulando ser un barco de la
armada española, que venía en busca de uno de los tripulantes que nos
acompañaban.
Estando abajo en el camarote y todos arriba, entre el salón y la bañera, me
tapé con un edredón, para que no oyesen mi voz y comencé a hablar por el
canal 16, intentando poner un acento norteño.
"Embarcación El Temido lll, El Temido lll, El Temido lll, les habla el
comandante "X" del buque de la armada española "Y".... me reciben".
Urtzi, que ya estaba al loro, se fue a la radio de la mesa de cartas y
respondió: "Aquí El Temido lll, adelante".
Y empecé a sotar la perolata: "Nos han informado las autoridades de Cabo
Verde, que llevan a bordo a un pasajero que atiende al nombre de "Fulanito
de Tal". ¿Me confirman que es así?.
Carlos respondió afirmativamente, a la vez que mostraba un poco de
nerviosismo, dado que la situación, no era del todo usual.
Y a continuación, le seguí indicando: "Nos encontramos en "tal" posición, a
"x" mn de ustedes; ponemos rumbo "X" para encontrarnos dentro de "tantos"
minutos en el punto "A" (todo lo tenía muy bien calculado, para que tuviese
visos de realidad). Según ordenes recibidas de organismos supra-nacionales,
debemos recoger a la persona indicada, para repatriarla.
Y cuando me disponía a darle el toque final al mensaje, indicando: "Díganle
que se vaya preparando, que se cambie de calzoncillos y que se de por
follado", con lo cual se descubriría la farsa y romperíamos todos a reír, saltó
uno de los tripulantes, ajenos a la broma y espetó: "Pero si es César". Con
lo que las risas, se quedaron a medias.
La de vueltas que se le da "al coco", tantos días holgazaneando en medio
del Atlántico.
Salud y
