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Hermano de la costa
 
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Predeterminado Re: El Bahia las Islas por la ruta de los vikingos

Y el veranillo continúa, me cuentan desde España que ya todo el mundo habla de Noruega, hasta los telediarios, que si se ha invertido la meteorología, que si estas cosas pasan por el cambio climático, todo conjeturas, pero la verdad es que desde que cruzamos el canal de Kiel, hace ya de eso casi un mes, parece que hemos entrado en el Mediterráneo, temperaturas en torno a los treinta grados en Oslo y el agua inusualmente cálida debido a las muchas horas de irradiación solar, así que por aquí andan felices y contentos, tras un invierno especialmente crudo.
Como ya anticipé en la anterior crónica, Luis y Fermín dejaron el barco en Oslo, según lo previsto y al día siguiente arribó mi hija Eva, contento porque hacía mucho tiempo no navegábamos juntos. De entrada, había dejado las visitas a los obligados museos para hacerlo con ella y bien que aprovechamos la estancia, si bien uno ya está un poco mayor y le cuesta seguir el ritmo de la juventud.

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A Rufino en cuanto aprieta el calor le encanta el baño tanto como a mi hija Eva

En primer lugar nos centramos en visitar el museo de la naves vikingas, vaya por delante mi interés en todo lo relacionado con los vikingos, de ahí el propósito de este viaje, aunque en todo el recorrido desde Galicia no he tenido conocimiento de su paso por los lugares cuando hemos echado pie a tierra, quizás en el museo naval de Den Helder hubiéramos encontrado referencias pero teníamos prisa por llegar al Báltico, esto me ha frustrado un poco aunque me consolaba pensar que por donde navegaba el Bahía las Islas también lo habían hecho aquellos rudos marinos mil años antes.
El museo de la naves vikingas de Oslo, no da mucho de sí en cuanto a la vida y costumbres de los vikingos, solo se centra en lo que respecta a los tres drakkars expuestos, naves que un día cruzaron los océanos, pero acabaron sepultadas con sus ilustres huéspedes muertos en combate, como era tradición de aquel pueblo y así lo atestiguan las sagas.


El drakkar de Oseberg expuesto en el museo de las naves vikingas, es la embarcación mejor conservada de las encontradas hasta ahora, un 90% de su armazón es el original


Esta popa es una autentica obra de arte en arquitectura y decoración

A continuación visita al museo naval, muy completo y bien dispuesto, aunque apenas encontramos escuetas menciones a la construcción de las naves vikingas, que en suma es lo que vengo buscando, justo al lado se encuentran los otros dos museos de relevancia, el Fram, levantado en torno al barco que Colin Archer construyó para sucesivas expediciones polares, a finales del siglo XIX, de las cuales Roald Admunsen fue su más insigne inquilino y el otro el de Kon-Tiki, balsa con la que el aventurero, Thor Heyerdall cruzó el pacífico hasta la Polinesia, ambos museos son un auténtico homenaje a estos noruegos que marcaron un hito en exploraciones y descubrimientos del pasado siglo.
Pero tras ese paréntesis de cultura nos hacemos a la mar, tenemos casi trescientas millas a Stavanger donde mi hija pondrá fin a sus mini vacaciones. Dispongo la navegación para hacérsela lo más llevadera posible, hace mucho que no ha navegado y creo que nunca una travesía tan larga, así que el primer día nos conformamos con descender el largo fiordo de Oslo que en su tramo final es una maravilla de islas e islotes donde hacemos noche fondeados en una playa.


Rufino feliz cada vez que sale a pasear por estos enclaves únicos, aunque para él la belleza es la que percibe por la nariz

Al día siguiente temprano despliego velas, tenemos brisa portante todo el día y aunque no es mucha se puede navegar a vela, además la noche es muy cómoda porque en estas latitudes no hay noche completa, el sol se pone sobre las 22h y sale sobre las 4h, el resto de la noche se mantiene una penumbra en la que se puede ver perfectamente. Ciento ochenta millas en treinta y cuatro horas, no es una gran marca para el Bahía pero casi todas han sido a vela y a mi hija no se le ha hecho pesada.
Entre parada y parada entramos en el fiordo de Stavanger, nuevamente es un dédalo de islas, pero de momento no tocaremos la ciudad, amarramos en una de las muchas marinas que hay por la zona y ¡oh! sorpresa, no regalan tres días de amarre gratis, pero no podemos quedarnos ya que al día siguiente tengo previsto adentrarnos en el fiordo de Lyse, uno de los más espectaculares de Noruega, con el aliciente de que no muy al interior se encuentra la mediática roca de Preikestolen. Hace 35 años estuve arriba, hoy la admiramos desde el agua y no deja por menos de sobrecoger la grandiosidad de estos acantilados, que según he leído por ahí, son los más altos del mundo sobre el mar.

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La piedra de Preikestolen, mundialmente conocida por "el Púlpito", es una de las mayores atracciones turísticas de Noruega, aunque acceder por tierra a la parte superior, para maravillarse con la belleza del fiordo de Lyse, hay que dedicarle toda una buena mañana de caminata.

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Esta imagen es la que venden las agencias publicitarias del "Púlpito"

El último día de estancia para Eva lo dedicamos a visitar la ciudad de Stavanger, pero antes hacemos una breve parada en unos islotes junto a la población de Jorpeland, ya que nos hemos enterado que hay una escultura dedicada a los vikingos, pero nos ha decepcionado un poco porque de vikinga solo tiene unas runas copiadas del drakkar de Oseberg, el que vimos en el museo de Oslo, la visita ha merecido la pena, su ubicación en un islote de ese pequeño archipiélago no deja de ser un primor.


Navegar a vela por los fiordos es una vivencia irrepetible

De Stavanger, apodada la ciudad del petróleo, por sus numerosos astilleros de barcos y plataformas dedicados a labores petrolíferas, puedo decir que tiene un encantador barrio antiguo, lejos del que nos presentan las postales y las guías turísticas de unas casas coloristas para atractivo de turistas, otra decepción es que han cerrado el pequeño museo vikingo y el destinado a la industria petrolífera, mi hija se ha negado a entrar, así que paseamos un buen rato por la ciudad y volvemos a la marina, donde nuevamente nos han ofrecido la estancia gratis. Esto es Noruega, país de contradicciones.

Con un grato sabor de los días pasados con mi hija, pongo proa al norte, hacia la otra ciudad importante de Noruega, Bergen, ahora por dos semanas disfrutaré de la navegación en solitario, haciéndolo sin prisas, aprovechando que sigue la bonanza meteorológica. En línea recta el recorrido entre Stavanger y Bergen son unas ochenta millas pero navegar por el laberinto de islas y sus diferentes canales convierte el trazado en más de cien.

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En cualquier rincón los noruegos se montan una casa, casi en su totalidad segunda vivienda, con la que en el verano están muy en contacto con el mar y la navegación

No navego mucho más de treinta millas diarias, desafortunadamente no hay manera de poder hacerlo a vela, pero cada día me quedo extasiado con el paraje natural que voy encontrando, islas y más islas, grandes, pequeñas, casi todas con su pequeño bosque, la mayoría con casas de madera en ese peculiar estilo nórdico, a las que no puede faltar su pequeño embarcadero. Fondeo donde mejor me parece, siempre buscando pequeñas ensenadas donde el calado haga factible largar el ancla, el paraje de fiordos son aguas profundas, enseguida cae la sonda por debajo de los cien metros.


Este paisaje lacustre es excepcional, en cualquier rincón que echas el ancla te quedas maravillado de esta naturaleza

Llego a Bergen cuando el veranillo se acaba y aunque a ratos luce el sol las temperaturas caen drásticamente más de diez grados, lo normal para estas latitudes, de nuevo hay que sacar ropa de abrigo, guantes y gorro para la cabeza, pero no se ve lluvia próximamente cosa que me viene bien porque tengo intención de sacar el barco a tierra y carenarlo, ya basta de ir penalizado por la rápida proliferación de algas en estas aguas.


La varada en el club de vela de Askoy toda una experiencia

Luis y su mujer Hege me han gestionado la varada en un club de vela de la isla de Askoy, próxima a Bergen, me han convocado un lunes a las seis de la tarde y veinticuatro horas después ya estoy de nuevo en el agua, esto es eficacia noruega, y aunque no nos entendemos mucho, el lenguaje náutico es universal y el Bahía las Islas ya navega libre, sin el lastre que venía arrastrando desde semanas atrás, nunca más se me ocurre iniciar un viaje similar sin haber carenado antes, por muy limpio que haya visto el casco, aunque la verdad sea dicha, el tren de borrascas que asoló Galicia en el mes de abril me imposibilitó una varada segura.
Ahora unos días de espera, navegando por los fiordos de la zona, a que lleguen mis amigos y como el jueves pasa una fuerte borrasca, la primera desde que llevamos por Escandinavia, se me ha ocurrido pasarla en el viejo puerto de Bergen y aquí estoy amarrado a pie de calle, junto a las coloristas casas hanseáticas, esas que son la viva imagen de Bergen en todos las reclamos publicitarios


Esta va a ser una de mis fotos del verano, con la suerte de que a mi llegada estaba prácticamente solo en el muelle

Salud y hasta la próxima
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Las navegaciones del Bahia de las Islas en el canal Youtube bahialasislas1
Instagram bahialasislas
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