Una ronda
Pues conmigo dió la casualidad que el más barato (el escojido) era bastante estricto, ¡y me gustó! entre otras muchas cosas me recomendó que pusiera laca en los pernos para detectar soltura de las tuercas; me revisó la estanqueidad de los portillos; me inspeccionó el funcionamiento del detector de gases y, lo que me dejó mas satisfecho: tiró uno por uno de los tornillos de fijación de los cadenotes y ¿sabeis qué? ¡¡uno estaba roto!! Claro que los cambié todos y le quedé agradecido.
En fin, cada uno tiene sus prioridades; la mía es la seguridad de mis tripulantes y la mía propia. ¿Con un inspector benevolente? Lo dudo.