Hola Willy-foc,
Siempre es difícil hacer que tus amigos compartan tus aficiones, sobre todo si éstas comportan un cierto grado de incomodidad, como puede ser el caso de la navegación, y en particular, de la navegación a vela.
En verano, es más fácil para que la gente que nunca a pisado la cubierta de un barco se enganche: está la promesa de la recalada, del fondeo en la calita con el baño en aguas cristalinas, la convivialidad del aperitivo, el farniente del baño de sol. Además los días también son más largos, esto ayuda a que la gente se lo pase mejor y llegue a apreciar las ventajas de la navegación.
En invierno, las noches son larguísimas, hace frío, puede que hayan peores condiciones meteo en general. Por lo tanto, el placer se concentra en la navegación en si, no en los alicientes que la envuelven durante el verano.
Creo que al patrón incumbe la tasca de procurar que los tripulantes guarden un buen recuerdo de la experiencia (a no ser que el inconfort sea una maniobra calculada para deshacerse de los indeseables, como se sugiere en un otro post de esta misma página

).
Cuando un amigo se apunta a estas escapaditas, hay que procurar que se lo pase bien. Moderar la escora, entretenerlo con la maniobra del trimado, con el timón, intentar fomentar su confianza en si mismo, en sus posibilidades, hacerle ver que su papel es útil a bordo, para que no se sienta como un bulto inútil y estorbante, o sea, tratar que comprenda que la navegación es una actividad placentera, divertida y accesible a todos. No hay que olvidar tampoco que mucha gente le tiene miedo al mar y que se sienten inseguros a bordo. Esto, hay que comprenderlo y meterse en su pellejo!!
Si toca hacer noche navegando, pues no creo que sea una buena idea de imponer al novato una guardia nocturna, así tal cual. Dejarlo sólo allí para irse a clapar puede infundirle un pánico incontrolable. Aquí también hay que procurar que valore positivamente esta experiencia. Puedes entretenerle con la identificación de los astros, poner música, abrir una buena botella de vino al ámparo de la noche, charlar mucho con él... o dejarlo dormir tranquilamente para despertarlo justo al amanecer, cuando el sol emerge de las aguas.
Yo creo que si tú disfrutas a tope de todo esto, contagiarás a los que te rodean. Siempre, por supuesto, queda el problema del mareo, tan difícilmente controlable. Para eso, no queda más que sugerir a los tripulantes que se tomen la medicación adecuada "por si acaso", evitar mencionar a bordo la palabra maldita, evitar también navegar en aguas demasiado revueltas y rezar para que no sean muy propensos a sufrirlo!!
