Yo hace unos treinta y ocho años que tengo embarcaciones. Para mí, en aquellas épocas no había inviernos. La lluvia me daba igual y tenía que soplar mucho el viento para desistir. Curraba y estudiaba de lunes a viernes (unas trece horas diarias más los desplazamientos) y los fines de semana salía muy temprano (normalmente a pescar) porque mi barco de aquel entonces andaba muy poquito y quería llegar a las marcas - que normalmente estaban a unas siete u ocho millas - con la amanecida. No había GPS. En invierno volvía de noche. No tenía amarre y necesitaba usar un auxiliar para llegar al barco que estaba a tomar por saco en un fondeo. Cuando volvía a casa, cena, ducha y me iba de marcha hasta la siguiente amanecida. Exceptuando temporales, esa solía ser la rutina anual.
Hoy, treinta y tantos años después, tengo un amarre cómodo, unas rías magníficas, un barco bien pertrechado y trabajo ocho horas. En verano navego bastante... pero el invierno se hace cada vez más cuesta arriba.
No sé que puede haber pasado...
Saúde y ¡a navegar!,


