No creo que el término 'raza' sea hoy en día el más adecuado para designar cierta identidad social diferenciada. Y tampoco creo que se esté perdiendo en Argentina en mayor proporción que en Euskadi. Al menos es lo que he percibido en mis repetidas estancias en Necochea (Argentina); zona donde hay muchos descendiente de vascos.
Las distintas oleadas inmigratorias en Euskadi a raiz de la industrialización hacen que ya en 1910 el 27% de los vizcaínos hubieran nacido fuera de la provincia; y en 1970 el porcentaje llega hasta el 39%. El cambio social que provocan tanto la industrialización como la inmigración hace que esa identidad social diferenciada se diluya, adquiriendo otros matices totalmente distintos hoy en día.
En la diáspora he observado una idealización de su origen, manteniendo una imagen de Euskadi irreal, plagada de tópicos. Recuerdo, por ejemplo, cómo se extrañaban de que no bailara danzas tradicionales vascas; algo residual entre la población actual de Euskadi. Y al revés, en Euskadi siempre había oído que en Argentina la 'palabra de vasco' tenía tanto valor como lo suscrito en un contrato. Fue llegar allí y oir decir 'cuidado con fulano, 'El vasco', que al parecer había estafado a muchas familias.
Así que, respecto a las identidades sociales diferenciadas, en un mundo cada vez más mestizo, tengo mis reservas. Hay mucho mito; mucho folclore, y poco sentido de la evolución antropológica en la Historia.
Y por supuesto, admito cualquier visión distinta de la realidad vasca, tanto americana, como europea. Yo escribo desde mi experiencia vital.
