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Antiguo 11-03-2008, 09:23
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Predeterminado De vez en cuando la vida

Cuando los has visto, aunque sólo sea una vez, no consigues quitártelos de la cabeza. Cada vez que te haces a la mar piensas, quizás hoy sea el día, ojalá hoy volvamos a vernos. Pero no suele suceder. Como ocurre con casi todas las cosas buenas de verdad, un encuentro así no se produce con facilidad. Supongo que esto forma parte de su magia.

Es algo tan difícil de explicar que no estoy seguro de si seré capaz de trasmitiros las sensaciones experimentadas y creo que, quizás, sólo me entenderán los que hayan tenido la suerte de encontrarse con ellos.

En ocasiones puedes salir a intentar avistarlos, seguir las pistas y los posibles lugares que otros navegantes te indican. Es todo inútil.

El día menos indicado, en el pedacito de mar menos esperado, miras por la amura e inesperadamente ves asomar del agua un hocico y una aleta inconfundibles. Son los delfines.

El sábado fue uno de esos días. Salimos a navegar a pesar de la lluvia, de la falta de viento y del frío. Una decisión absurda. Pero de repente aparecieron por la proa, de la nada, una pareja de delfines. No entiendo por qué, quizás sean conductas aprendidas, pero cuando los ves la sensación que te inunda la mente y el corazón es inconfundible, una inmensa paz y una tremenda alegría, de esa que parece que no te cabe en el pecho. Cuando ocurrió el sábado tenía la cámara de fotos en el bolsillo, y sin embargo no quise fotografiarles, pensé que era un momento tan especial y tan feliz que no quería desaprovechar ni un segundo, me dije: no sabes cuando volverás a verlos o incluso si volverá a ocurrir, disfruta, no malgastes este regalo.

Son animales especiales, creo firmemente que tratan de comunicarse con nosotros, que en esa mirada tan profunda hay una gran inteligencia. Pero no logramos entenderlos.

Se quedaron poco tiempo, nadando y jugando alrededor del barco y tan inesperedamente como habían aparecido se marcharon.

Espero volver a encontrarme pronto con ellos.

El sábado recordé estas palabras de Arturo Pérez Reverte

El faro de la Nao

[...]Pero de pronto se agita el mar y una manada de delfines se pone a nadar junto a tu proa, con los reflejos del faro y de la luna en sus lomos al cortar la superficie del agua; las crías, más pequeñas, acompasando su movimiento al de las madres. Y tú les gritas: "Buena suerte". Y piensas que a lo mejor no todo está aún perdido, y ni siquiera la maldad, la estupidez y la ceguera bastan para destruir todas las cosas hermosas. Y luego, rompiendo el alba, casi entre dos luces, te cruzas de vuelta encontrada con otra vela que navega fanales apagados, a menos de un cable, silueta oscura indefinida entre mar y cielo. Y cuando pasa a tu altura, en ese velero desconocido brilla la luz de una linterna, una, dos, tres veces. Y tú respondes con otros tres destellos idénticos mientras la silueta del velero se aleja en la oscuridad, hacia la línea clara que comienza a insinuarse en el horizonte. Allí donde todavía están a salvo los delfines y los hombres que sueñan con ser libres. [...]

Editado por Invitado en 11-03-2008 a las 09:30.
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