En la línea de otras intervenciones, comentar que por motivos familiares viajo ahora con frecuencia a Holanda, concretamente a Groningen (muy al norte y donde el tiempo no acompaña), y allí vivir en barcos, barcazas y demás, es tan habitual como hacerlo en una casa. Hay amarres por doquier y algunos tienen hasta buzón. Produce envidia sana. Esa forma de vida forma parte del paisaje turístico y obedece a la propia naturaleza de lo que es una embarcación, se navegue mucho o poco. Otra cosa es, en nuestro caso, su utilización hotelera, consecuencia, una vez más, de la enfermedad del mercado inmobiliario de este país.
También comentar que me ha chirriado algún comentario acerca de conservar las "esencias" de los clubes náuticos, una suerte de elitismo que choca frontalmente con la realidad (media de esloras) del grueso de la flota en la que todos estamos embarcados y, por supuesto, el legítimo deseo de vivir a bordo.
