Mal empezamos el año...
El pasado 4 de enero zarpó hacia la eternidad el Capità Enric Vidal, pionero de la vela oceánica en nuestro país, que compitió, entre otras regatas, en la OSTAR de 1976, la Whitbread de 1977 y la Parmelia Race de 1979. Fuimos vecinos de puerto durante unos años, y entre los recuerdos que me llevaré conmigo cuando me llegue la hora estarán, sin duda, los aperitivos en la camareta de su precioso Moody escuchando, junto a su compañera Isabel, mil historias sobre aquellas regatas y muchas otras anécdotas con su estilo y su humor incomparables.
Cuando leo por ahí listas y recopilaciones sobre nuestros grandes navegantes oceánicos siempre echo de menos, con contadas excepciones, el nombre de este titán de la navegación de altura. En otro país estaría en un pedestal muy alto del panteón de los ilustres.
En fin, brindo (con un Clos Vidal blanco, por supuesto) a la memoria de este gran navegante que me honró con su amistad, y estoy seguro que no soy el único de esta taberna que lo hará.
