La ZEA. Esta línea imaginaria sirve para proteger a los patrones de una posible colisión con el hielo. En caso de cruzarse, podrán recibir una sanción que va desde 24 horas hasta la descalificación.
En 2004, el patrón Sébastien Josse (VMI) fue víctima de una colisión con un iceberg,
growler por lo que tuvo que abandonar la Vendée Globe. Por lo tanto, con la creación de esta ZEA, los marinos están, en teoría, protegidos de sufrir un incidente como el que ocurrió hace 20 años.
Pero yo recuerdo en 2016 el A56 enorme iceberg que se desprendió del continente antártico y que flotaba no muy lejos de la ruta de los competidores.
Hay casos indescriptibles que nos trasportan a las aventuras de Arthur Gordom Pym relatadas por Edgard Allan Poe. O la Esfinge de los hielos de Julio Verne.
Durante más de 30 años, el iceberg A23a permaneció casi inmóvil hundido en el mar de Weddell, pero en 2020 volvió a flotar y empezó a moverse hasta detenerse inmovilizado por una plataforma submarina, derivaba lentamente en dirección al Atlántico Sur, donde hay aguas más cálidas. Albergaba en su superficie una base de investigación científica soviética, ya desmantelada.
El iceberg A23a era, el más grande del mundo. Al menos, desde que en 2021 el A76 se partió en tres pedazos. Posee una extensión de 3.900 kilómetros cuadrados, lo que le permitía superar en tamaño a la isla de Mallorca, y se desprendió de la Antártida en 1986.
