Continuamos, "continuóns".....
Dejamos la navegación después del mediodía del jueves, cuando el viento nos
había invitado a subir velas (desenrollar en este caso) y apagar el Volvo
recién estrenado que llevábamos (con menos de 50 horas de uso). Se nos
hizo de noche y observábamos las luces de las distintas poblaciones a lo
lejos. Los faros de la Mesa del Roldán y La Polacra, te dividen por tramos la
derrota, hasta llegar a doblar el impresionante Cabo de Gata.
Lo pueblos de este trozo de costa, ni son muy extensos, ni sus luces son lo
intensas de otras poblaciones del Mediterráneo, cosa que se agradece.
Carboneras, Agua Amarga, Las Negras, la pequeña Isleta del Moro, San
José… todos, uno tras otro, se fueron quedando atrás en la oscuridad de la
noche. También el cabo. Seguimos avanzando, con la alegría que da un buen
levante cuando se va rumbo oeste. El alba nos pilló atravesando el golfo de
Almería. Por popa, la roja luz de la mañana, sobre el azul turquesa del
Mediterráneo, nos daba los buenos días con un gratificante espectáculo.
Al poco, comienzan a vislumbrarse por estribor, las cumbres blancas del
Parque Nacional de Sierra Nevada. Su tamaño y altura, nos harán compañía
durante un buen número de horas. A medida que sube el sol, el levante gana
fuerza y con más de 150 mn por delante, nos lanzamos en demanda del
estrecho. Calculábamos recalar en la Bahía de Algeciras, a primera hora de la
tarde del sábado, asearnos a fondo y darnos un homenaje, de cara al resto
de la travesía.
Pero ya sabemos cómo es esto de la navegación, donde menos lo esperas
“salta la liebre”. Cercano al mediodía del viernes, sentados José y yo
cómodamente en la bañera tomando el aperitivo, de una ojeada sobre la
Tablet, comprobamos que ya habíamos pasado Punta Entinas-Sabinar e
incluso, Almerimar. De pronto, el vaivén que hacía la rueda, a medida que el
brazo hidráulico del piloto automático movía la pala, desapareció. Se quedó
inmóvil, aunque el barco mantenía el rumbo perfectamente. Nos miramos uno
a otro y sin hablar, con un simple gesto de extrañeza, nos preguntábamos…
¿Qué c*ñ* estaba pasando?. A bote pronto, las dos posibilidades que se nos
ocurrían era que, o bien se había roto uno de los guardines o, más probable y
preferible, que se hubiese soltado.
Seguirá.....
Salud y
