Disculpen la tardanza. Continuamos para bingo.....
Tras una pequeña charla, descartamos la posibilidad de seguir navegando y
llegar a Gibraltar para arreglar el problema, aunque el barco, con el piloto
automático, seguía navegando perfectamente. Pero optamos por dirigirnos al
puerto más cercano (Adra), arreglar lo que fuese y continuar la mañana del
sábado si era posible. Los números nos seguían dando y aunque perderíamos
ese levante tan bueno que nos empujaba (la previsión anunciaba que caería
radicalmente a lo largo de la noche) solo sería cuestión de volver a hacer
unas horas más a motor y echar más litros de gasoil en Gibraltar (donde por
fortuna, el precio es algo más económico).
Dicho y hecho. Pusimos proa a Adra (Puerto y Puerta de la Alpujarra) y llamé
por teléfono tanto al Club Náutico, como al Puerto Deportivo de la APPA, con
la ingenua intención de que, una vez estuviésemos en la bocana, alguna
neumática se acercase a nosotros para que, abarloándose, nos hiciera de guía
y nos acercarse al amarre, procurando no “liarla parda”. El primero se
desentendió de nosotros, ya que ni tan siquiera nos podían dar amarre y
carecían de una embarcación auxiliar con la que ayudarnos. Los segundos
(los del puerto público), si disponían de atraque, ya que el puerto está
prácticamente vacío, pero que tampoco disponían de algo con lo que poder
echarnos una mano a la hora de aproximarnos al pantalán.
Afortunadamente, el puerto de Adra es bastante amplio y los amarres de la
APPA están, una vez se entra en la dársena, buscando nuevamente la mar. O
sea, había que entrar entre dos espigones y girar 90º. Adentrarte en la
lámina y volver a girar otros 90º, para encarar una de las dos “T” de los
pantalanes, lo que hacía que te los encontrases con el viento totalmente de
proa. La maniobra al final, resultó sencilla, pues solo hubo que ir metiéndole
grados de 10 en 10 al piloto automático y controlar la velocidad con el motor.
Acercamos la proa a la “T” del pantalán y desde el balcón saltó José, con una
amarra en la mano, para hacerla firme en una de las cornamusas. Y con ese
solo cabo, el barco se quedó con la popa mirando hacia los amarres de la
APPA, sujeto al pantalán y con la popa hacia el interior del puerto (tanto el
pesquero como el Puerto Deportivo privado). Los marineros del puerto,
tardaron aún un rato en llegar, porque se habían apostado sobre el dique que
teníamos al lado opuesto de la bocana, pensando que amarraríamos allí, pero
cuando nos vieron dirigirnos a la “T” en vez hacia donde estaban ellos, nos
dieron la aprobación para que amarrásemos en ella en vez de donde nos
esperaban.
Pronto más....
Salud y
