Estimado Dukdom,
Por lo que puedo aportar, y por partes.
En primer lugar, la
SEGURIDAD "conceptual". Un quilla corrida ciñe menos -no es decir poco cuando toca dejar una costa o escollo a sotavento- y, sobre todo, su configuración y los diseños a los que suelen ir asociados los hacen más inestables en popas. Personalmente, cuando más canutas las he pasado ha sido dos veces que he corrido castañas con ola formada, en un caso tras >24h sin dormir -regata- y fallos de concentración que, en ocasiones, me hacían quedarme atravesado. Aquí, la estabilidad de formas que da un diseño actual, su velocidad -aumenta efectividad timón y reduce velocidad relativa de la ola- y algún otro factor adicional le dan victoria amplia frente a diseños más tradicionales, claramente más lentos y bamboleantes en este tipo de rumbos. A favor de los quilla corrida, pueden ser más marineros capeando temporales porque permiten pinchar vejigas llenas de aceite de ballena que, debidamente desaguadas, calman las aguas a barlovento... eso que nos suele suceder un par de veces cada mes
En segundo lugar, la
SEGURIDAD real. Es curioso, o quizás no, cómo la seguridad es, frecuentemente, factor principal en la compra de un velero. En mi caso fue así, especialmente en el primero, he de decir que adquirido tras un buen empacho de lecturas de Adlard Coles. La realidad es que -en la mayor parte de los casos y para la mayor parte de las navegaciones- las diferencias conceptuales de seguridad de diseño tienen un impacto marginal en su uso. Hablando con un tripulante de Salvamento Marítimo, la mayor parte de avisos y de accidentes en nuestra afición no se producen por temporales de F12 ni AVS puestos en entedicho, sino, aunque le quite romanticismo a lo nuestro, por razones mucho más mediocres: "despistes" que dejan a los barcos sin propulusión -de velas inadecuadas a, sencillamente, quedarse sin baterías o gasoil-, mantenimiento deficiente, fallos de material... todo con un enorme peso de errores humanos, prácticamente nunca de errores de diseño.
Es decir, considero que los veleros que he navegado de diseño actual son, para el tipo de navegación que hago, más seguros que los dos en los que he navegado de quillla corrida -muchas menos bamboleantes millas, eso sí-, pero creo que esa diferencia de seguridad es marginal en cualquier uso de navegación de recreo. Ni todos los días vaciarás aceite a sotavento por el quilla corrida ni, tampoco, todos los días la diferencia de ceñida del diseño actual te salvará de naufragar en una inhóspita costa a sota. Mucho más importante invertir en dos puntos que, formación aparte, sí tienen impacto real en navegar seguros: un ropero en forma y ajustado a tus necesidades reales de navegación y un mantenimiento adecuado.
En tercer lugar, los
PANCOTAZOS. Ventaja para el quilla corrida. De nuevo, no exclusiva de su configuración, sino del tipo de de diseño y carena al que casi siempre está asociado un barco tradicional vs. un diseño típico actual -hay barcos de orza convencional que tampoco los dan-. Dicho esto: un gran remedio contra los pantacazos es... apagar el motor y navegar a vela... aunque sea con piloto automático; si, además, lo apagas y disfrutas de de llevar la caña navegando la ola, se reducen todavía más.
Por último, los
COLORES. Para gustos, colores, esto es: no somos profesionales de la pesca en Groenlandia, sino aficionados a la náutica de recreo que, en la mayor parte de nuestros casos, navegamos en un país que es famoso por sus fantásticas condiciones climáticas. Pero, sobre todo, somos aficionados, no profesionales. Cómprate el barco que más te guste. ¿Qué es lo peor que te puede pasar? ¡Que la cagues!

Pero ya ves tú qué trascendental error que, como mucho, te hará ceñir unos grados menos, llevarte algún remojón navegando en popas y llegar algo más tarde - y que tiene solución cambiando, si tan grave ha sido el error, de barco. Un coche suele ser una compra de uso más racional y la mayor parte de las decisiones se realizan por cuestiones estéticas o, también, por otras cuestiones que acaban derivando en ver muchos todotererenos en los parkings de los hipermercados... habrá quien lo considere un sacrilegio, pero, en el fondo, quizás tampoco es para tanto. En la compra de un velero de recreo, que -aunque haya quien se proyecte en Shackleton- es una compra claramente emocional, que cada cual disfrute de lo que le guste... que tenemos la suerte de tener una afición que, como afición que es, lo perdona casi todo y, sobre el "casi", quizás nunca llegue aquel temporal de F12 que, por unos pocos grados de AVS, nos acabe haciendo mojar el tabaco.
