Siempre que hablamos de las aptitudes oceánicas de una nave nos viene a la mente el tamaño de la misma. Los refranes marineros del tipo: Burro grande ande o no ande o, este barco seria perfecto si tuviera un metro mas de eslora, nos conducen invariablemente al mismo punto. Es decir, y tu ¿ Cómo la tienes de grande?

La nave, quiero decir, por supuesto.
Pero hay ideas que me hacen dudar. Por ejemplo... ¿Os habéis fijado que hay barcos enormes y que también se hunden? Y no siempre es por una vía de agua. Con frecuencia vuelcan. “ Sí,

vuelcan “. Y eso que pueden tener cientos de metros de eslora lo cual demuestra que las leyes matemáticas se cumplen hasta cierto punto solamente (Léase capsize ratio).
Moitessier dijo que si tirásemos una botella bien cerrada dentro del más insólito huracán, posiblemente lo llevaría bastante bien excepto por el tema de la comodidad del supuesto navegante atrapado en su interior.
Esto me conduce, en mi opinión, a la premisa: + eslora = + Confort. Esto no lo dudo, pero ojo... para que un barco grande aguante bien hay que asegurarse de que este especialmente bien construido. Sin embargo en un barco de menor tamaño la tolerancia es mayor. ¡ Imposible!

Dirán algunos, pero... pensemos en lo siguiente: si tomamos una vara de madera de 1 cm. De espesor y 1 M. De largo y la hacemos girar y cimbrear con violencia, no tendrá ningún problema en aguantar nuestros envites. Pero si la vara en cuestión midiese 5 M. Seria otro cantar. Posiblemente aguantaría con dificultad un tiempo pero acabaría partiéndose debido a las fuerzas de inercia que la torsionarian tal como nosotros estrujamos un estropajo. Del mismo modo un barco enorme cruje y gime cuando las olas lo zarandean mientras que un pequeño barco de 6 u 8 M. De eslora estaría sometido a unas presiones bastante limitadas.

Si el marino de su interior aguanta los envites y las uniones de casco, quilla, arboladura y estanqueidad resisten, no habría mayor inconveniente.
Esto nos conduce a la segunda recomendación de Moitessier: La estanqueidad. Es clave que las posibles entradas de agua estén a toda prueba, y eso incluye a la entrada principal es decir la bajada. Hay que prepararla de modo que aunque el barco voltee sobre sí mismo no entre demasiada agua ya que de este modo podrá aguantar mientras el barco se toma su tiempo en adrizarse e incluso aunque no se adrice inmediatamente tarde o temprano lo hará, sobre todo si es de vela y tiene una larga quilla lastrada.
La tercera consideración es, desde luego, la pericia del patrón y la tripulación ya que esta puede evitar considerables situaciones de peligro en condiciones oceánicas.

A diferencia de la navegación costera que es mas impredecible, la oceánica se puede preparar con antelación ya que las condiciones suelen presentarse con síntomas de aviso.
Por ejemplo, aquellos enormes buques que se hunden o vuelcan incluso con olas relativamente moderadas (por ejemplo olas de 25 M para buques de 300 M), suelen ser aquellos que por avería o cualquier otra causa pierden la tracción y, ya sin maquina, son incapaces de evitar atravesarse a la mar con las subsiguientes consecuencias. Incluso aquí un pequeño velero puede tener cierta ventaja ya que al poder contar tanto con velamen como tracción motora, dispone de mas opciones a la hora de afrontar el temporal, incluso si vuelca y pierde el palo, aun se podría montar un aparejo de fortuna. Pero ¡OJO!, Siempre que mantenga la estanqueidad y lleve todo en su interior bien trincado, con objeto de evitar convertir en bombas voladoras las: Baterías, las cajas de herramientas, la olla exprés Etc...
Así que en mi humilde opinión, navegación de altura es la suma de: Barco bien preparado + patrón que ha adquirido gradualmente suficiente experiencia + preguntar mucho a los que ya lo han hecho + herramientas y repuestos para todo + equipo de seguridad superior a lo obligado + estanqueidad a toda prueba + ingenio para resolver problemas +ganas y deseos de hacerlo. Y la eslora... Pues esta bien pero no tanto. Al fin y al cabo, no todos podemos ser “Nacho Vidal “ En términos náuticos. ¿O sí?