Es una vieja historia de amol, de allá en mis años mozos navegando por las bravas aguas del Manzanares que conocí a una moza algo mayor que yo pero que lucía un magnífico tinte en el pelo que me dejó obnubilado. Preso el deseo y aguzado por un frenesí sin igual, me lancé a la conquista de tan tremenda dama sin reparar en la distancia que nos separaba, ella en una orilla, yo en la otra... ... ... . Todo jugaba en contra mía, pero la pasión me empujaba hacia ella como el mástil tira del velero en medio de una encalmada (PPPFFFFFF) tropical, su belleza sin par era un acicate más para conseguir su favor. Cuando venciendo las dificultades después de mil aventuras conseguí llegar a su lado y antes de que yo pudiese manifestarle mi amol, ella volviendo su virginal rostro y clavándome sus pupilas en las mías me espetó: ¿vas a empujar el carrito o te vas a quedar ahí mirando?.
Desde aquel día soy su esclavo, tan solo espero impaciente en la puerta de su casa escucharla decir "hala, que nos vamos al Carrefield". Mi vida y mi Visa solo tienen sentido cuando puedo acompañarla a hacer Shoping, todo gira alrededor de esos instantes en que, para mí, vuelve a brillar el sol, por supuesto reflejado en sus cabellos.
¡¡¡Ainnnnnnsss!!!
