Creo que ni una cosa ni la otra y que la verdad en este asunto radica en el sentido común y el punto justo de las cosas.
Rara vez el sentido común entra en conflicto con las leyes.
Las veces que aprovecho para pescar (que es casi siempre, porque me gusta el arte), me detengo cuando entiendo que la captura es suficiente como para hacerme una buena friturita o una buena pieza al horno. Si el día es bueno, quizas me estiro un poco más para hacer algún regalo a un amigo. A fin de cuentas, no me dedico a la pesca y el entretenimiento que me produce es una parte más del placer que me produce estar en la mar: un ratito navegando, otro ratito pescando, otro ratito leyendo y otro ratito haciendo nada, mirando el horizonte y escuchando la ola.
En este sentido, creo que no soy codicioso y que nunca he querido pescar más de lo razonable; ¿qué es lo razonable para mí? Lo que me permite hacer UN buen caldero al llegar a casa y zampármelo con mi familia y amigos. Ni por asomo quisiera yo pescar treinta kilos de peces!! ¡Vaya, ni treinta, ni diez!
Y no lo digo ni por f.j. el corsario, ni por nadie: cada cual se sabe sus cosas y mucho me abstendré yo de juzgar a unos o a otros. Simplemente expreso en esta materia mi experiencia y mi modesta opinión.