El hogar de los solitarios
Miles de personas recorren cada día los pantalanes de Port Olonna
donde permanecen amarrados los treinta veleros de la regata
JULIÁN MÉNDEZ / BERNARDO CORRAL | ENVIADOS ESPECIALES A LES SABLES

Stamm firmó autógrafos a los aficionados que se acercaron a su barco en los pantalanes de Les Sables.

Un operario revisa uno de los Open 60.
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Es la pasarela de los veleros. Alineados banda con banda, una treintena de Open 60 preparados para dar la vuelta al mundo estallan de color en los pantalanes de Port Olonna, en Les Sables d'Olonne. Esta localidad francesa, próxima a la punta más al oeste de ese hexágono que es Francia, acoge desde 1992 la más prestigiosa de las regatas a vela para navegantes solitarios. Les Sables es algo así como el hogar de los solitarios, el lugar del mundo donde, es posible, más gente conozca de qué trata su oficio. Clases escolares, jubilados (muchos jubilados), aficionados y neófitos se apiñan en los muelles con suelo de teca para paladear las formas y los colores de estos barcos únicos. «Aquí hay de todo. Barcos rápidos, lentos, caros y baratos, viejos y de última generación», explica Jeff, jefe del equipo de tierra de Bernard Stamm, ganador en Bilbao de la regata Velux 5 Océanos y uno de los favoritos para hacerse con uno de los puestos de cabeza en esta edición.
En Francia, los patrones solitarios son tipos muy populares. Ayer se vio bien a las claras con el simpático Stamm («recuerdos a Bilbao», apuntó el navegante suizo) y con Marc Thiercelin. Al menudo Thiercelin (sorprende que un hombre de su complexión y de su talla sea capaz de gobernar uno de estos desbocados veleros de carreras) le asaltaron para que firmara autógrafos y carteles en cuanto se acercó a su barco.
Alex Thomson, patrón del Hugo Boss, inspeccionaba durante la tarde de ayer sobre el terreno las reparaciones a que está siendo sometido su barco después de que fuera abordado por un pesquero en la entrada misma a Les Sables. Media docena de miembros de su equipo remachaba, apretaba y cambiaba cabos sobre el barco pintado de negro. Thomson permaneció largos minutos sobre el costado de babor inspeccionando la zona del impacto, justo bajo los obenques que sostienen el mástil. Sus movimientos eran seguidos con interés evidente por un grupo de personas, atraídas por esa especial atracción que despiertan los barcos heridos. «Qué idea, hacer un barco negro para el mar», comentaba en voz alta una venerable señora junto al monocasco del elegante Thomson. Les Sables tiene estas cosas.
Prueba de mar
En el pantalán de enfrente, el 'Pakea Bizkaia' de Unai Basurko concitaba también las miradas de los visitantes que se detenían ante el cartel que explica el compromisio medioambiental del Proyecto Pakea. El velero patroneado por Basurko salió ayer de su pantalán a las 8.30 de la mañana para una prueba de mar. Permaneció tres horas y cuarto navegando por los alrededores del puerto de Les Sables y regresó a su amarre cerca del mediodía. Basurko pasa los días previos a la salida completando su entrenamiento físico con recorridos en bicicleta. Ayer por la tarde tocó natación, unas decenas de largos en una piscina cercana al alojamiento del equipo del 'Pakea Bizkaia'.
En un día frío y cubierto, los colaboradores de los patrones ascendían hasta los últimos pisos de crucetas para supervisar el estado de los cabos y de las poleas de los que depende el resultado deportivo (y hasta la vida) de sus patrones. Port Olonna es un completo repertorio de los barcos y de la capacidad presupuestaria de quienes los arman. Hay veleros con dos vueltas al mundo entre las cuadernas (como el Samantha Davies) y otros nuevos de trinca, salidos de la mesa de diseño de Bruce Farr.
La salida de la regata, prevista para las 13.02 horas del próximo domingo, congregará en Les Sables a más de 100.000 espectadores. La vuelta al mundo para navegantes solitarios que zarpa del puerto francés se convierte de este modo en la celebración deportiva del mundo de la vela que adquiere tintes más multitudinarios.