Cuando estudiaba en Valencia navegábamos en un océanis 350 de unos amigos amarrado en el RCNV. Entrar hasta dentro del todo puede ser largo pero los pasos son suficientes.
Cojimos la costumbre de entrar a menudo a vela con el motor a ralentí. Era una parte más de la diversión. La maniobra se hacía con el génova pues el enrrollador de mayor se atascaba y lo último que necesitas es una vela que se niegue a ser arriada. Con el garbí típico de Valencia era relativamente fácil. Cada dia hacía uno de patrón y la competición consitía en meter el barco en el amarre sin tocar la palanca del motor y sin que fuese necesario hacer excesivos esfuerzos para parar el barco. Con un poco de práctica todos logramos acostumbrarnos.
Un día Murphy nos visitó y el motor tuvo un problema en la inversora... vamos que hubo que hacerlo sin motor. Lo hicimos bién, pero hay que decir que cometimos un montón de pequeños errores que no eran habituales, y sobre todo hubo más gritos de lo normal. Es curioso, pero incluso algo que tienes entrenado te pone nervioso cuando se convierte en serio.
Es fácil hablar de mantener la calma, pero no tanto encontrar la calma perdida.
