Impresionado. Pienso una y otra vez. Os leo y releo.
Y cuanto más pienso, más planifico. Y cuanto más lo hago, más tardo en poner las amarras a bordo.
Hace cuatro años marché en solitario con mi barco nuevo. De Barcelona a Cádiz, y regreso. Me lo tomé con prisa hasta el Estrecho. Con ansiedad. Ya sé que son malas compañeras, pero de regreso estaba cansado y con ganas de sentirme "libre" del barco. Y no paré hasta llegar a su amarre en Barcelona, navegando los últimos cuatro días con sus noches.
Eso me dió que pensar. Pude verme, y considerarme. Y ahora me ayuda a considerar cuanto opináis aquí.
Ahora, unos años después, y cortado deberes y obligaciones, quiero marchar. No sé dónde, pero marcharé. Y lo haré sin pensar ni planificar más que lo mínimo para tomar conciencia de lo que hago.
Seguramente no haré gran gesta. Probablemente intentaré, cada día, vivir mi día allí donde esté. Espero saborear despacito nuestras costas, una vez más.
Pienso en lo que decís de las cosas que nos atan. Cada uno tiene sus mochilas. El trabajo, la familia, los hijos, la pareja, la economía, la experiencia, la presunción de riesgo. No sé. Cada uno lo sabe. Pero he recibido, alto y claro, por lo que os he leído, que la mayor atadura somo nosotros mismos. Es ese "bicho" que llevamos dentro. Y voy a estar atento, para tener "a raya" mi bicho.
Gracias.
