Bajo los alisios
El viento, sin lugar a dudas, es lo que más caracteriza la navegación por aquellas latitudes. Un viento más o menos constante en fuerza y dirección. Ya nos acostumbramos, durante la travesía del Atlántico, a las bondades y regularidad de este viento que primero nos desconcertó -somos mediterráneos y hechos a los roles repentinos- y nos maravilló en seguida.
El alisio soppla y sopla, siempre, limpia el aire y lo refresca, espanta los mosquitos y despeina los cocoteros. El alisio es el Trópico.
Foto tomada en Petit Nevis, un islote desierto al sur de Bequia.
La planificación de las rutas entre islas se hace fácilmente, al poder contar con esta constancia del alisio. Aun así, esta constancia puede verse afectada:
El alisio va disminuyendo (y los chubascos también!!!) a medida que se acerca la primavera. Sopla bastante más fuerte en enero/febrero que en marzo/abril, aunque excepciones, siempre hay, claro.
Durante los saltos entre islas (separadas de unas 20 millas más o menos) el viento, canalizado por el relieve, arrecia y puede sorprender, sobretodo en las puntas norte de las islas. Por ejemplo, tuvimos unas puntas de 50 nudos de viento al llegar a San Vicente desde Santa Lucía -menos mal que nos llegaba por la aleta!- o de 35-40 nudos al llegar a Bequia (se pronuncia "Bekway"), la primera isla, la puerta de las Granadinas.
Allí Kenmore Henville, un famoso fotógrafo náutico en Bequia, salió a nuestro encuentro con su zodiac y nos hizo esta foto:
Al día siguiente, Kenmore nos vino a ver en el fondeadero de Bequia para vendernos el CD con las fotos.... difícil resistirse, no?!
Obviamente, con una tal fuerza del viento, hay que asegurar el fondeo. El suelo, una arenilla de coral, a menudo dura como la roca bajo un palmo de conchas deshechas, no es de fiar. Mejor, una vez echada el ancla, meter un buen tirón marcha atrás para controlar que no garree. Y por supuesto, ponerle siempre boza a la cadena para evitar los tirones sobre el molinete. A menudo, tuvimos que recoger cadena y volver a tirar, una, dos, tres veces, antes de quedarnos del todo tranquilos.
El ancla tira fuerte en los Tobago Cays...
En los Tobago Cays por ejemplo, se fondea a sotavento del arrecife de coral y nada nos protege contra el viento que se abate sobre los barcos directamente desde el Atlántico. Durante nuestra estancia allá -que se prolongó 10 días, ya que no podíamos irnos de aquel paraíso- el viento soplo durante 3 días a más de 30 nudos-. Es importante, pues, controlarlo bien.
Un inciso sobre el viento: bañarse con ese viento es arriesgado para todo aquel que no sepa nadar bien. El cabo de la zodiac es un buen seguro, pero no está de más atar también una defensa a popa. De todos modos, los niños no deben quedarse jamás en el agua sin la vigilancia de los adultos!!
Como lo decía, aparte de los inconvenientes derivados de sus excesos, el alisio es una bendición. Sin él, los fondeos serían unos hornos llenos de mosquitos. Bajo el alisio, se vive de maravilla y además, te puedes divertir de lo lindo! Muchos barcos cargan con sus windsurfs. Nosotros, eso no tenemos, pero sí una sencilla cometa que ofrece buenos momentos!
Mi hija vuela su cometa en Sandy Island.
Otros se lo pasaban en grande con el kitesurf. Era el caso en los Tobago Cays y pasaban muy cerca de los barcos (supongo que mola más). A veces el aterrizaje les reserva alguna sorpresa:
Aterrizaje en Baradal, Tobago Cays...
Continuará....