[Flavio Govednik]

Originalmente publicado por simplex

Que le digo a la muerte,tantas veces llamada a mi lado
que al cabo se ha vuelto mi hermana.

Que le digo a la gloria vacia de estar,solo
haciendome el triste haciendome el lobo.

Que le digo a la luna,que crei compañera
de noches y noches sin ser veradadera

Que le digo a mi perro, que aullaba conmigo
en noches perdidas de estar sin amigos.

que hare ahora sin ti



Hasta siempre bolechas, te echaremos de menos

Sé exactamente lo que estás sintiendo camarada. Así que no caeré en frases hechas. Si me permites, prefiero contarte una historia:
Mi madre vivía sola con un perro pequeño que yo le regalé. A pesar de que ese pequeño can la mantuvo contenta los últimos años de su vida, siempre me arrepentí de habérselo regalado. Tenía un carácter insoportable, ladraba por cualquier cosa y no se lo podía acariciar a pesar de su demanda de cariño, porque enseguida tiraba el mordisco
Cuando mi mamá murió, a mí no se me cayó una lágrima. Ni una sola; y entre las cosas que dejó… venía su perro. Supuse que por la relación que ese perro tenía con mamá, no la sobreviviría mucho tiempo. Tristónio (así se llamaba) vivió conmigo siete años más. Su carácter cambió, se hizo más sociable y fue muy buen compañero.
El día que enterré a Tristónio, lloré desconsoladamente la muerte de mi mamá.
Has hecho bien en contar tu tristeza en la Taberna. En el taburete que está a tu lado, hay cofrade que siente tu tristeza y te acompañará a pasar el mal momento. Y ya vendrán otros para decirnos que le tenemos que decir a la muerte.
No brindo, pero… a todas tus copas, las pago yo