Hace ya una infinidad, siendo yo aun un tierno niño de cabello rizoso que en quedejas doradas caian languidamente sobre mis hombros morenos...., pues eso, que la vecina de al lado me dejo ese libro "Navegando a los 4 vientos". Quedé fascinado y empecé a entender el lenguaje del mar. Casi me negué a devolverlo, y luego tarde 20 años antes no lo encontré de nuevo en unos encantes. ¡Es estupendo!.
Y el muchacho arriba y abajo por la ancha mar mediterranea en plena segunda guerra mundial, sin más instrumento que una pequeña brujulita de mano. ¡Ciegos, ciegos estais con tanto GPS y cacharros a pilas!.
