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Es una cuestión de mentalidad.

Se puede tener afición por las cosas bien hechas y montar puertos turísticos en los que todo funciona a la perfección, los precios son caros pero razonables y la atención al público es amable y servicial. En esos lugares hay que gestionar una central de reservas y el tener o no tener amarre depende de lo bien que el usuario organice sus cosas. Esos puertos dan prestigio al país en el que se encuentran y el prestigio suele ser algo preciado por ellos.

Pero también se puede montar una mierda de sitio donde se cobren precios abusivos aprovechando que los clientes van a ir de todos modos porque el entorno natural es muy bonito. Se puede uno hacer caca sobre conceptos como prestigio, decencia o simple honradez y decir que el que no quiera que no vaya, porque cuantos menos bultos más claridad.

Una especie de proverbio mallorquín ya advierte que ser un cerdo o ser un señor es cuestión de naturaleza (de porc i de senyor, s'ha de venir de mena).