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Antiguo 29-09-2009, 12:17
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Tahleb Tahleb esta desconectado
Capitán pirata
 
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Predeterminado Re: Permitidme una confesión.

Nuestra derrota teórica pasaba unas cuantas millas al norte de la isla de Gozo, en el archipiélago de Malta, pero no quise perder la oportunidad de pasar un día y una noche en un lugar que adoro: el Blue Lagoon del islote de Comino.

Mi afición a ese sitio no procede tanto del color tan celebrado del agua del fondeadero, que es mucho menos espectacular que el de la Isla del Aire, en Menorca, o algunos lugares de Cerdeña, sino de la posibilidad de visitar con el dinghy las numerosas grutas que perforan el islote. A mediodía, con el sol en su cenit, los juegos de luz y sombras que se filtran a través del agua constituyen por sí solos un momento memorable de los que procuramos vivir en vacaciones. Y esta vez, además, contamos con un elemento inesperado. Alexandra, nuestra querida e hipersensible amiga italiana, sufrió un ataque de Síndrome de Stendhal.

Habíamos entrado en una de las grutas menos visitadas, ya que tiene una embocadura muy pequeña, en cuyo interior no hay prácticamente nada de luz blanca. El fondo es de la misma clase de arena que el Lagoon, mientras que las rocas son de un tono muy oscuro. Adheridos a ellas, bajo el agua, hay diversos animales y algas que, si bien a pleno sol son de color rojo, en el interior de la cueva adquieren un tono morado indefinible. Manteníamos un silencio religioso, sobrecogidos por aquella belleza, cuando Alexandra empezó a jadear y a balbucear para acabar llorando a espita libre emitiendo un lamento como de animalito herido. Nuestra primera reacción fue la de sacarla de allí cuanto antes, temiendo que sufriese un acceso de claustrofobia o quizás algo peor, pero nos detuvo con vehemencia. Sin dejar de emitir su lamento, una especie de buuu prolongado que me partía el corazón, parecía querer abarcar, rozar, recoger, atrapar la propia luz con sus manos. Todos intentamos abrazarla o tomarla del brazo para darle protección, pero ella se zafaba de nuestro consuelo inútil con movimientos firmes. Quedó finalmente inmóvil, con las manos sobre el pecho agitado y los ojos muy abiertos. Mi hijo arrancó el motorcito y salimos de la gruta con los ojos enrojecidos de emoción.

Ya a bordo, preparé una tetera completa de Pu-Er, el carísimo té de los emperadores, que sólo hago cuando necesito hacer un gran agasajo o cuando el equilibrio de la salud lo demanda. Tras los primeros sorbos, Alexandra estuvo en condiciones de explicarnos lo ocurrido.

Como es de imaginar, no pude tomar notas ni grabar sus palabras, así que lamento no ser capaz de transmitir ni siquiera con aproximación lo que nos dijo y debo limitarme a hacer un burdo resumen de su emocionante exposición. Alexandra fue repentinamente asaltada por la certeza de que era imposible poseer, atrapar o asegurar a voluntad el contacto con aquella belleza. Descubrió al mismo tiempo que una parte de su ser necesitaba inundarse de lo bello con la misma sed que producen las pulsiones del instinto, con la misma urgencia que desatan las hormonas. Con el mismo desasosiego del amor que no se sabe si ha de volver.

Claire pasó el brazo sobre los hombros de su amiga y, con voz de niña de coro, le cantó una estrofa de una canción que creo que es de Don McLean,

“But I could not tell you, Alex
This world was never made for someone
As beautiful as you”

Blue! Blue! Bloody Blue! Comentó mi hijo entre dientes.

Yo me puse a planear la cena. Rigattonni, sin dudar. Y también me puse a calcular cuánto tiempo hacía que no había sentido la ternura.

Editado por Tahleb en 29-09-2009 a las 12:59.
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desvelada (29-09-2009), windi (29-09-2009)