[ventresca]

Tengo que reconocer que no practico el culto al muerto al uso nostro, mi padre tuvo la desfachatez de dejarnos ese legado …. Desde pequeñas, en mi casa, se hablaba de la muerte sin tabúes, con naturalidad y un cierto humor negro, y mi progenitor siempre dejo constancia de su aversión a la parafernalia que envuelve estas despedidas.
Se declaraba agnóstico y nos había pedido que en el momento de su partida, no nos “disfrazáramos de calamar”, ni visitas a su tumba ni actos religiosos. A mi madre le exhortó a que el mismo día de su entierro, se liase con el enterrador. El día de autos, esto último supuso un momento complicado cuando apareció el paisano a ejercer su función en el cementerio, digamos que no era el tipo de mi madre, sucio, fondón y antilujuria eran los epítetos más suaves para calificarlo. Entre el núcleo familiar se oyó una voz que susurraba “Qué cabrón, ya lo conocía”, frase que provocó una carcajada inexplicable para el resto de los asistentes. Conste que todos lo adorábamos, fue grande y lo sigue siendo.
Escuchaba en la radio una tertulia en la que se hablaba de cómo nos complicábamos a la hora de la despedida: funeral, entierro, velaciones y demás, le parecía muy rimbombante a una oyente, ella era más austera, le gustaría un ataúd de diseño, música de Springsteen, poema, fiestita jolgorio y sus cenizas al Nilo ¡toooma ya!!!, … sencillita hasta la muerte y más allá.

Tengo una amiga que me conoce y me ha prometido una despedida "ad hoc". Como no le gusta navegar me llevará en el chinchorro de remos a 5 metros de la orilla, dado mi escaso tamaño mis cenizas le cabrán en un tupperware de los pequeños y con un gaiteiro voy que chuto; eso sí, para ese día aprenderá de una puñetera vez dónde está sotavento. Más le vale.
"Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito con agua."
John Keats