Efectivamente, la pérdida de navíos en trafalgar, fue cuantiosa, pero le recuperamos bastantes al enemigo francés pocos años despues, en la guerra de la independencia, con lo cual las pérdidas materiales, fueron relativas.
Fue mucho más trágico y pernicioso -aparte de las pérdidas humanas por su puesto- el efecto moral que causó en nuestros políticos y militares (mucho más en los primeros que en los segundos). No volveríamos a recuperar nuestra gran armada nunca más, no se volvería a invertir dinero, no solo en la construcción, sino también en el mantenimiento de navíos, y la mayoría simplemente se perdieron, bien por falta de carena, por falta de líneas apropiadas de fondeo, o simplemente por que no había velas y cabos para aparejarlas de forma segura.
Perdimos la poca hegemonía naval que nos quedaba, y fue el primer paso para la independencia de las colonias de ultramar y por ende la falta de llegada de los necesitados recursos que habían mantenido durante muchos años las grandes deudas de la corona.
En cuestión de 50 años, la gran y poderosa Real Armada, que Carlos III construyó, queda prácticamente borrada de los mares.
En esta ocasión no se puede brindar.