Miedo, congoja... no se que fue, pero nunca podré olvidar la sensación que experimenté la primera (y única

) vez que atravesé el Atlántico.
Bordeamos Fuerteventura por el sur y, en plena noche, miraba hacia popa viendo como la luz del faro del Morro del Jable iba desapareciendo poco a poco. Estuve allí bastante tiempo.
Sabía que iba a pasar muuuuuucho tiempo hasta que viera otra...
