Amarrado al duro banco
de una galera turquesca,
ambas manos en el remo
y ambos ojos en la tierra,
un forzado de Dragut
en la playa de Marbella
e quejaba al ronco son
del remo y de la cadena:
¡Qué tiempos aquellos!
Ahora tenemos que atraer con regalos y lisonjas

a la tripulación.