En primer lugar me alegro mucho de que no hubiese desgracias personales. Enteramente de acuerdo con que la mayoría de las veces nuestros barcos aguantan más que nosotros (en mi caso, muuuuuuuucho más

). Pero sobre todo me alegro que imperase la cordura, anteponiendo la vida y las familias al barco. Sabia decisión, premiada además con la "vida" del barco.
Buena noticia, sí señor.
