Hay una noche. Volver de Ibiza a Palma con la luna llena de agosto. Llegando ya a la bahia, el sol salía por proa y la luna se ponía por popa, los dos discos inmensos y majestuosos en una danza del intercambio que recordaré mientras viva.
Luego están las noches que siguen a un día de navegación y acaban con otro día de navegación, al que sigue una noche... Esa es otra sensación. El ritmo de las guardias, el sueño, y lo que cuesta conciliarlo a veces. El frío de la segunda guardia, y el placer, el gran alivio de ver amanecer. El sol calienta al día y un buen desayuno devuelve los ánimos gastados. Y la ilusión de llegar a tierras nuevas y gentes diversas.
Aún quedan otras noches. Las de regata. Las regatas largas se ganan de noche, dicen... Y así nos vemos forzados a mantener toda la tensión, toda la noche, ateridos de frio. Y no hay pereza, ni ganas de irse a la litera. Hay que sacarle medio nudo, iluminar las velas con la linterna, buscar lanitas, oler los roles, pensar que pasa con lo que no ves... De éstas viene una dentro de poco. El trofeo Dos Islas: Andratx Tagomago Andratx. Una noche larga y fría. Aunque este año no sea en febrero. La esperamos con ilusión. Ese Bulla ganador!!

